Dongsook frunció el ceño fuertemente.

— No entiendo cómo puedes llamarte padre. Eres una mierda. — Se escuchó ahora la voz de su abuelo.

— Muérase usted también. — Se escuchó cómo su padre golpeaba algo parecido a una mesa. — ¡Estoy harto de que se metan en la crianza de mis hijos, en mi matrimonio, y en todo! ¡Muéranse de una puta vez, joder!

— ¡Usted no sabe criar hijos, para empezar! —Gritó su abuela. — Cometimos un error al creer que este monstruo se preocuparía por su hijo, no debimos haberlo llamado nunca. — Ahora, la mujer se volteó hacia su nieto. — Donghyuck, sube con tu hermana.

— Donghyuck, quédate acá. — Bramó su padre.

Y Donghyuck, más que obvio, se quedaría allí. Pero no para obedecer a su padre, si no para proteger a sus abuelos. ¿Quién sabe de qué era capaz aquél hombre?

Las piernas y manos de Dongsook comenzaron a temblar, y su respiración comenzó a acelerarse.

Oyó los pasos de alguien avanzando en la habitación.

— ¡No te atrevas! — Gritó su abuela.

Luego se escuchó que alguien caía, seguido de un gemido de dolor.

— ¡Abuela! — Exclamó Donghyuck.

— ¡Viejita! — La voz de su abuelo resonó en la casa.

Y, sin que Dongsook les diera la orden, sus piernas comenzaron a andar.

Bajó las escaleras corriendo, y entró en la sala de igual manera.

Su abuela se hallaba sentada en el sillón, aunque con una mueca de dolor.

— Encima va y se cae. — Dijo su padre, con sarcasmo en la voz.

Él avanzó y cazó de los pelos a Donghyuck, elevándolo del suelo.

— ¡Suéltame! — Exclamó su hermano.

— ¡Lo único que haces es joderme la vida! — Gritó, dándole otra bofetada.

Dongsook tragó saliva, cerró sus puños con fuerza, y corrió hacia su padre. Lo empujó con su propio cuerpo con toda la fuerza que pudo, haciéndolo trastabillar y logrando que él soltase el cabello de Donghyuck.

— ¡No le pegues! — Gritó, la voz temblándole. — ¡No le pegues más!

— ¡Te dije que te vayas a la habitación! — Su padre avanzó hacia ella.

— ¡No me voy a ir! — Respondió.

Donghyuck y su padre la miraron asombrados.

— Dongsook, ve a la habita-.

— ¡No, Donghyuck! — Interrumpió a su hermano. — ¡No me voy a ir!

La voz le temblaba, las lágrimas no paraban de caer de sus ojos y se sentía mareada. Nunca le había levantado el tono de voz a su padre, y mucho menos lo había desobedecido. Pero la situación estaba comenzando a superarla.

Las burlas en su colegio, el que su hermano nunca le dijera cuando sufría, el amor que sus padres nunca le dieron... Ya estaba cansada.

No iba a guardar silencio nunca más. Iba a gritar si era necesario.

Su padre levantó la mano frente a su rostro, y ella elevó su mentón para recibir el golpe con orgullo.

— Te dije que te vayas a tu habitación. — Su padre dio su última advertencia.

Dongsook se enderezó, afirmándose en el lugar.

— Y yo dije que no me iría. — Tajó.

Cerró sus ojos cuando vio que su padre acercaba con rapidez su mano abierta a su rostro, pero el golpe nunca llegó.

— ¡Suéltame en este instante! — Gritó su padre, y fue entonces cuando Dongsook abrió sus ojos.

Jadeó con sorpresa al ver que Donghyuck sostenía con fuerza el brazo de su padre.

— Estoy bien con que me golpees a mí. — Donghyuck, sin saber cómo estaba haciendo para ganarle en fuerza, empujó a su padre lejos de Dongsook. — Pero a ella no le tocaras un solo cabello.

Dongsook cayó de rodillas al suelo, sintiéndose más mareada que antes y sin aire.

Fue entonces cuando se escuchó cómo se azotaba la puerta de la entrada a la casa, seguido de un golpe de su padre hacia Donghyuck con el puño cerrado en el rostro.

Donghyuck trastabilló, y cayó frente a Dongsook.

— ¡Hyuckie! — Gritó ella, arrastrándose a él sin que el mareo cese. Vió cómo su padre avanzaba hacia ellos, y ella abrazó a Donghyuck interponiendo su cuerpo, protegiéndolo. — ¡Basta! — Gritó.

Donghyuck se removió en sus brazos.

— ¿Eso es todo? — Soltó entre jadeos su hermano. — Ni me dolió.

— ¡Traje pizza para cenar! — La voz de su tía se escuchó en la sala. — ¡Pero por Dios santo! — Exclamó al ver la situación.

— ¡Tía! — Exclamó Dongsook con tono suplicante, aunque sintiéndose aliviada al tenerla allí.

Quien había enseñado taekwondo a Donghyuck había sido ella, su tía, quien es cinturón negro 1er dan.

— Aléjate de mis niños si no quieres que te parta el puto cuello de una patada. — Bramó ella, soltando las bolsas en donde llevaba las pizzas y gaseosas.

— ¡Uy, qué miedo! — Bramó él. 

Dongsook no supo qué rayos pasó gracias a que el mareo no la dejaba mantener la vista fija en un punto. Todo lo que supo es que, luego de unos segundos más de mareo, su padre se encontraba tumbado boca abajo en el suelo, con un brazo torcido hacia atrás y su tía sobre él.

— Vete de esta casa en este preciso instante. — Ordenó la mujer. Lo soltó y se puso en pie, colocándose frente a sus padres y sobrinos en posición de defensa. — Si no te vas en tres segundos, llamaré a la policía.

— ¡Llámala igual! — Gritó su abuela.

— Tres. — Comenzó el conteo la mujer, ignorando a su madre. El padre de los gemelos, mareado debido a los golpes que su cuñada le había dado, comenzó a intentar apearse. — Dos. — Dijo, al verlo de pie.

— Donghyuck. — Dijo con voz neutra el hombre. — No te molestes en volver al colegio.

— ¿Qué? — Preguntó él confundido, sentado junto a su hermana en el suelo y tranquilizándola con caricias en los hombros.

— Ya que tanto insistías en ausentarte, te he sacado de allí. — Dicho eso, comenzó a reír en un tono bajo.

— Dos y medio. — Continuó su tía, con un tono de voz demandante.

Su padre se volteó luego de chasquear la lengua y avanzó por la sala siendo seguido por la mirada de todos. Una vez que saliese de la sala, y se escuchase la puerta de la entrada cerrarse, todo el ambiente se tranquilizó.

Donghyuck no sabía qué mierda hacer. ¿En serio lo había sacado del colegio? ¿En dónde iba a estudiar ahora?

Sin embargo todas esas preocupaciones se esfumaron y fueron reemplazadas por otras al sentir cómo el cuerpo de Dongsook se aflojaba entre sus brazos. Finalmente acabó por desvanecerse por completo, tumbándose sobre él.

Se había desmayado.





Maratón 1/?

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