Capítulo 4.

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Brenda se paró fuera de la piscina cubierta de la universidad, no tenía ganas de entrar o de estar ahí en lo absoluto pero le había prometido a Diana y a Javier que se lo diría a Riley y solo hasta hoy, una semana después, es que tuvo el coraje de acercarse ahí. Tal vez debió esperarlo en su habitación o algo así pero no sabía que podría estar haciendo, al menos lo único seguro en su vida es que entrenaba sin parar de cinco a siete de la mañana todos los días.

Ella miró su reloj con impaciencia, eran las 7:14 y aún no salía, había un par de corredores que la miraban raro porque era tal vez la tercera vuelta que daban y ella todavía estaba parada en el mismo lugar mirando intensamente a la puerta cerrada de la piscina. Un instante después los compañeros de equipo de Riley salían con el cabello mojado y bromeando entre sí pero él no estaba. Brenda no se sorprendió por esto, después de todo siempre salía de último porque era el que más dedicación le ponía al deporte y el que más se exigía a sí mismo durante los entrenamientos, de hecho era muy disciplinado con eso y esperaba que también lo fuera con las noticias que debía darle. Cuando los corredores pasaron a su lado por una cuarta vez ella decidió que debía moverse y buscar a Riley.

Lo primero que la golpeó fue el olor a cloro, eso casi la hizo vomitar pero se contuvo, miró con cierto aire de ausencia la piscina vacía y se aseguró que no había nadie más alrededor, se acercó a los vestidores de hombres y empezó a escuchar el ruido de agua cayendo. Brenda tomó aire temblorosa, estaba indecisa sobre esperar a Riley pero era mejor acabar con esto lo más pronto posible antes de que vomitara en el suelo. Dentro de las duchas había una húmedad casi asfixiante y todo estaba lleno de agua, temió resbalarse en sus tacones y romperse la espalda así que fue caminando como un ciervo recién nacido hasta dónde había escuchado ruidos.

Riley estaba en el fondo sentado en un banco atando los cordones de sus zapatos, tenía el cabello rubio húmedo haciendo que se viera más oscuro, llevaba un suéter color vino y unos pantalones negros, alzó la cabeza cuando ella se acercó.

—¿Brenda? —él se levantó y le tendió la mano al verla tratar de no caer, con cierta retiliencia ella se la tomó y caminó más cerca de él —¿Qué haces aquí?

—¿Qué más podría estar haciendo aquí? Estoy buscándote —ella miró alrededor pero como supuso, Riley era el último en salir —Necesito hablar contigo.

—¿Qué? —él negó con la cabeza y tomó su bolso de deporte para colgarlo en su hombro —No entiendo, no me has dirigido la palabra en un mes.

—¿Podemos hablar, por favor? —preguntó ella mirando el suelo, Riley suspiró.

—Estámos hablando —ella lo enfrentó algo molesta.

—Hablo de afuera, aquí me estoy mareando —él asintió y empezó a caminar pero se detuvo cuando ella le puso la mano en el hombro para apoyarse, realmente se sentía mal y probablemente vomitaría en cualquier momento. Pero a penas ese pensamiento cruzó por su mente el ácido subió por su garganta y dio gracias a dios que estaba en un baño porque salió corriendo hacia el inodoro más cercano.

Brenda no fue consciente de mucho mientras vaciaba sus tripas, solo que Riley estaba sosteniendo su cabello y acariciando su espalda. Cuando colapsó en el suelo Riley la sostuvo en sus brazos y la sacó de ahí y solo se sintió un poco mejor cuando el aire fresco le dio en la cara. Riley la dejó en un banco cercano y fue por algo de beber a un puesto cercano, ella se acomodó el cabello y deseó poder lavarse los dientes pero aún le temblaban las manos como para plantearse volver a los baños, Riley volvió con un jugo de naranja y se lo dio, parecía preocupado.

—¿Estás bien? —ella asintió.

—Gracias

—No hay de qué —dijo aún mirándola como si fuera a vomitar en cualquier momento —¿Estás enferma?

—Pues no exactamente —ella hizo una mueca y bebió el jugo para aclarar sus pensamientos —estoy embarazada.

—Vaya, pues felicidades —Brenda le dio una mala mirada que él no pareció comprender.

—Tú eres el padre, Riley —dijo mirándolo con atención, fue casi cómica su reacción. Su sonrisa se desvaneció de golpe y cuando las palabras finalmente lo golpearon perdió todo el color de su cara, ahora él parecía el que iba a vomitar.

—No es posible —murmuró.

—Pues la prueba de embarazo dice lo contrario —él empezó a pasearse frente a ella mientras se tocaba el cabello con desesperación.

—No. No hemos estado juntos...

—En un mes, sé contar —dijo ella al borde —mira, no sé cómo ni en que momento pero es lo que es.

—¿Cómo estás segura de que es mio? —Brenda no lo pensó dos veces y le tiró el resto de su jugo en la cara, Riley se apartó con un gruñido y ella se levantó pero aún con sus tacones difícilmente le llegaba a la barbilla.

—¿Por quién me tomas? Pedazo de mierda, no puedo creer esto —ella temblaba de la rabia —No tienes idea de todo lo que estoy arriesgando y todo lo que estoy perdiendo por este bebé.

—Entonces no lo tengas —ambos se quedaron en silencio después de esas palabras, y entonces fue cuando supo que aunque Riley podía vivir con eso, ella no. Y fue en ese instante que todas sus esperanzas de incluir a Riley en esto se fueron por el inodoro junto a su vómito. —Brenda, yo no puedo hacer esto, estoy compitiendo para nacionales y si paso probablemente vaya a los juegos olímpicos. Mi vida a penas está comenzando y no puedo tener un bebé ahora.

—Bien —dijo ella tomando su bolso, miró una vez más a Riley y con pesar en su corazón asintió hacia él —Solo no vuelvas nunca más.

Y con eso ella caminó hacia su casa sintiendo como el corazón se le partía en un millón de pedacitos pero no soltó una lágrima hasta que estuvo encerrada en su departamento y debajo de sus sábanas.

Baby, I Love You (CT SPIN-OFF)Where stories live. Discover now