Capítulo dos [Un gran, graaaan problema]

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Ella detuvo el auto de repente, no me golpeé contra el salpicadero gracias al cinturón, pero no podía decir lo mismo de Tom. Por instinto estiré mi brazo y eso evitó que se diera un muy mal golpe, pues el niño no me había escuchado cuando le pedí que se pusiera el cinturón. No sé con qué diablos se golpeó, pero su nariz sangraba y no paraba llorar. Leila estaba en shock mientras miraba a Tom. Yo rápidamente me desabroché el cinturón y me pasó al asiento trasero para auxiliarlo.

— ¿Puedes al menos llevarnos a casa?—grité muy enojado como para poder controlarme. Ella al fin reaccionó y puso nuevamente el auto en marcha, iba rápido, pero al menos no de manera desenfrenada e insegura. Necesitaba que baba atendiera a Tom, si lo llevaba al hospital tendría que llamar Luka y preferí evitar que mi tío me rompiese el cuello a mí o a Leila por arriesgar la vida de su hijo. De todas formas su nariz no sangraba de manera alarmante y no parecía estar fracturada.

Tal vez no debí de decirle aquello y no pude evitar sentirme culpable. Pero tampoco iba a arrepentirme. Amaba a Leila, con todo mi corazón, pero ella solía ser muy egoísta y siempre terminaba por meterme en problemas. Sé que no tenía que acompañarla en todo lo que hacía pero temía que si la dejaba sola ella no podría cuidarse. Estar ahí para ella siempre había sido lo más importante para mí, pero no podíamos seguir en eso, no podía seguir exponiéndome a riesgos o problemas por dejarme mangonear por ella.

Una vez que llegamos a casa Tom ya se había calmado y había prometido no decir nada al respecto sobre el incidente. Acordamos que diría que se había resbalado en la heladería y se había golpeado con una puerta. Me costó cincuenta libras, pero era mejor que recibir un castigo.

— ¿Qué sucedió?—preguntó Baba en cuanto me vio entrar con Tom, notando la sangre y la forma en la que sostenía su nariz. Cargué al niño hasta la cocina y lo dejé sobre la isla. Leila se mantenía muy callada, no había dicho una sola palabra desde que le grité aquello.

— ¿Están bien?—Papá apareció por el pasillo usando un pantalón de pijama de cuadros y una simple camiseta blanca. Eran las diez y media de la noche, por lo que había llegado treinta minutos tarde.

—Tom se tropezó y se golpeó la nariz, estábamos en McDonald y él jugaba en el parque—Odio mentir, siempre lo he odiado, pero tengo que hacerlo no sólo por Leila, sino también por mí.

— ¿Es cierto eso, Tom?—preguntó baba mientras inspeccionaba su nariz, había tomado el botiquín de primeros auxilios que estaba en uno de los gabinetes de la cocina y le estaba limpiando la sangre.

El niño ni siquiera me miró en busca de mi aprobación, sino que la mentira le salió muy natural.

—Sí, tío, es cierto.

Luka debería de considerar dejar que su hijo actúe.

—Bueno, tu nariz estará bien, tendrás un moretón durante unos días y nada más.

Papá se giró hacia Leila y a mí, y yo sentí el peso de sus ojos verdes sobre mi persona. Él no nos creía.

—Bueno, ustedes dos suban a dormir, cuando Louis termine llevaré a Tom a su casa.

Por obvias razones baba no sospechaba nada y mucho menos sentía la tensión entre Leila y yo. Pero por supuesto que papá sí, por la forma en la que me miró antes de subir las escaleras hacia mi habitación sé qué quiso decirme "Después hablaremos tú y yo a solas".

Leila y yo entramos en silencio, la tensión en el ambiente podía cortarse con una tijera y ella parecía estar aún en shock. Siempre había sido un libro abierto, era fácil saber que se sentía mal.

—Lo siento —murmuró ella.

—La disculpa no me la debes a mí, se la debes a Tom ¿Cómo pudiste hacer eso con un niño de diez años con nosotros? Si quieres ser irresponsable estando conmigo es una cosa, pero no puedes arriesgar la vida de un niño.

Atypical [Extraordinary #02] 《Editando》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora