21. The goblet of fire

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Como de costumbre, las fuentes que tenían delante se llenaron de comida. Annie visualizó platillos que ella no conocía pero se veían apetecibles.

—¿Qué es esto? —dijo Ron, señalando una larga sopera llena de una especie de guiso de marisco que había al lado de un familiar pastel de carne y riñones.

—Bullabesa —repuso Hermione.

—Por si acaso, tuya —replicó Ron.

—Es un plato francés —explicó Hermione—. Lo probé en vacaciones, este verano no, el anterior, y es muy rica.

—Te creo sin necesidad de probarla —dijo Ron sirviéndose pastel.

—Yo si quiero —dijo Annie sirviéndose un poco.

A los veinte minutos de banquete, Hagrid entró furtivamente en el Gran Comedor a través de la puerta que estaba situada detrás de la mesa de los profesores. Ocupó su silla en un extremo de la mesa y saludó a Harry, Ron, Annie y Hermione con la mano vendada.

—¿Están bien los escregutos, Hagrid? —le preguntó Harry.

—Prosperando —respondió Hagrid, muy contento.

—Sí, estoy seguro de que prosperan —dijo Ron en voz baja—. Parece que por fin han encontrado algo de comer que les gusta, ¿verdad? ¡Los dedos de Hagrid!

En aquel momento dijo una voz:

—«Pegdonad», ¿no «queguéis» bouillabaisse?

Se trataba de la misma chica de Beauxbatons que se había reído durante el discurso de Dumbledore. Al fin se había quitado la bufanda. Una larga cortina de pelo rubio plateado le caía casi hasta la cintura. Tenía los ojos muy azules y los dientes muy blancos y regulares. Annie alzó una ceja.

Ron se puso colorado. La miró, abrió la boca para contestar, pero de ella no salió nada más que un débil gorjeo.

—Puedes llevártela —le dijo Harry, acercándole a la chica la sopera.

—¿Han «tegminado» con ella?

—Si —la cortó Annie. La manera en que Ron la había mirado no le había gustado. ¿Que no le gustaba Daphne?

La chica tomó la sopera y se la llevó con cuidado a la mesa de Ravenclaw. Ron seguía mirándola con ojos desorbitados, como si nunca hubiera visto una chica. Harry se echó a reír, y el sonido de su risa pareció sacar a Ron de su ensimismamiento.

—¡Es una veela! —le dijo a Harry con voz ronca.

—Nada más tú te quedaste como idiota mirándola —repuso Annie.

—¡Te digo que no es una chica normal! —exclamó Ron, haciéndose a un lado para verla mejor—. ¡Las de Hogwarts no están tan bien!

Annie frunció el ceño.

—Claro que lo están —repuso Harry besando la mejilla de Annie.— Tengo a una que es la mejor de todas.

Annie sonrió y lo besó.

—Miren ahí —señaló Hermione.

Señaló la mesa de los profesores, donde ya se habían ocupado los dos asientos vacíos. Ludo Bagman estaba sentado al otro lado del profesor Karkarov, en tanto que el señor Crouch, el jefe de Percy, ocupaba el asiento que había al lado de Madame Maxime.

—¿Qué hacen aquí? —preguntó Harry sorprendido.

—Son los que han organizado el Torneo de los tres magos, ¿no? —repuso Hermione—. Supongo que querían estar presentes en la inauguración.

Annie y el Cáliz de FuegoWhere stories live. Discover now