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El agua caliente recorría la extensión de su cuerpo, disfrutaba del roce de aquellas gotas que lentamente iban estimulando su piel, haciendole recordar el pasado, recordarla a ella, el ardor que dejaba el tacto de su mano en cada parte de su cuerpo, un recuerdo vívido.

Se imagino a sí misma, envuelta por el calor de aquella figura amada, la que acariciaba de vez en cuando aquellas hebras castañas con el fin de relajarla, lo que lograba con notorio éxito.

Otro recuerdo, las dos acostadas en una noche de invierno, juntando sus cuerpos para mantener el calor corporal y pasional, unos delicados besos se escurrían por el cuello de la menor de ellas, logrando erizarle la piel a tal punto de expresarlo con su voz.

Ahora agua fría era la que recorría sin cautela su templo. Sus recuerdos cálidos ahora eran reemplazados por la frialdad del hielo, la ruptura.

Aquella vez que fue llamada por su amada, con la excusa de querer hablar algo. La menor, ingenua ante esto, va sin dudarlo a su encuentro, sin esperar lo que se avecinaba.

"Lo nuestro no puede continuar" exclamó la mayor de ellas con algo de tristeza, lo que fue transmitido a la otra como un balde de agua fría que caía sobre su cabeza, tan sorpresivo, tan helado.... Solo quedó congelada ahí, sin poder moverse pero formando una sonrisa que solo quedó en eso, ya que sus lágrimas estaban igual de congeladas que su fragmentado corazón.

Era el fin de aquél cuento que con mucho esfuerzo había escrito, superando sus miedos e inseguridades, abriendo su corazón que luego fue aplastado cruelmente de la manera más sútil. Todo había terminado, pero ella volvía a releer aquél cuento cada noche, rememorando lo mágico y lo no tanto, lo divertido y lo triste, lo vacía que ahora se sentía sin ella, casi con una tendencia masoquista.

La chica cierra la llave del agua, se envuelve con una toalla y con sumo cuidado sale del baño. Ahora no podía sacarse ese pensamiento de la cabeza, ella, que ya era un libro con algo de polvo,  había vuelto a llamar su interes, logrando que la chica se sintiera miserable de nuevo, con ganas de volver al pasado para arreglar aquello, pero no lo haría, debía superarlo, después de todo, ya habían pasado 3 años de su ruptura y 1 año de su muerte.

Aprendiendo a amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora