Atypical [Extraordinary #02] 《Editando》

Capítulo uno [El bebé pájaro vuela de su nido]

Ese Halloween yo me disfracé de Viserys Targaryen (Mi cabello en ese entonces era largo, además de que mi condición de albinismo lo hacía mejor) y Leila de Mohana (Estaba hermosa). Baba y Papá tuvieron una seria discusión por sus disfraces de ese año y terminaron con Baba disfrazado de Spiderman y Papá como Ironman.

Cumplí quince, Leila tuvo un odioso novio que usaba una estúpida coleta de caballo y le regalaba estúpidas flores de papel. Casi no pude verla en mi cumpleaños porque su novio la había invitado a una cena navideña en su casa. Ese Halloween no me disfracé ni tuvimos nuestra tradición de recolectar dulces y hacer una noche de películas, pues ella estaba con él.

Baba y Papá se quedaron conmigo esa noche, haciéndome saber que si mi mundo se derrumbaba siempre podía huir al de ellos.

Ahora tenía dieciséis y a esa edad es cuando la vida se pone emocionante ¿No?

Digo, no es que me estuviese quejando de mi vida o algo puesto a que hubiese sido muy idiota de mi parte hacerlo cuando no tenía nada de que quejarme. Mis padres me amaban, según la gente económicamente tenía mi futuro y el de mis tataranietos resuelto, y había crecido en una buena familia. Incluso si buscabas mis apellidos en alguna revista que hable sobre la clase alta de Londres, podrías encontrarlos (pero jamás una foto mía, a mis padres les gustaba la privacidad y a mí también).

Aun así, no es como que tuviese muchas historias interesantes para contar.

Detestaba la idea de romper las reglas y siempre me atenía a ellas, así que claramente nunca me verías haciendo algo para lo que no me habían dado permiso. Tampoco tenía un numeroso grupo de amigos, puesto a que solía ser un poco cerrado en cuanto a dejar entrar a las personas en mi círculo social, siendo este círculo una nación en donde la única habitante era Leila.

Esta última, era todo lo contrario a mí.

A Leila la había visto mandando al demonio las reglas desde que tenía memoria, viéndola saltar de aquí para allá siendo extrovertida, audaz y ocasionalmente imprudente. Había sido siempre la clase de chica que llamaba la atención a donde sea que llegase y todos siempre trataban de salir con ella o de ser sus amigos... Y tal vez yo había estado un poco enamorado de ella en secreto, pero ese ahora no es un tema importante.

Ya que me encontraba en la preparatoria, papá había decidido que ya estaba listo para estudiar en el internado y en esos momentos nada pudo hacerme más feliz. Ni siquiera creía que extrañaría mucho a mi antiguo colegio (Una escuela pública que quedaba un poco lejos de mi casa pero que a mis padres les gustaba) en donde no tenía casi amigos y por ser un poco tímido las personas tenían esta idea de que "me creía mucho por los padres que tenía", así que evitaba a toda costa lucir presuntuoso o engreído. De igual manera, nunca encajé.

Finalmente las vacaciones habían terminado y ahora estaba empacando mis cosas, pues mañana sería mi primer día de clases.

Mis vacaciones se basaron en tener que soportar ver a Leila con su nuevo e irritante novio Ryan (Al parecer ella los pedía por Amazon puesto a que todos eran iguales: Guapos, pretenciosos y amantes de llevarse mal conmigo). Así que aprovecharía mi estadía en el internado para independizarme emocionalmente tanto de ella como de mis padres. Podría interpretarse como que estaba siendo un poco egoísta, lo sé ¿Pero saben lo que es querer tanto a alguien que saben que no pueden tener? Era duro, la verdad.

Me gustaba pensar que no había podido superarla porque siempre estábamos juntos y porque claro, ella era jodidamente hermosa.

La adolescencia había hecho magia con ella. Su cabello rizado estaba más largo, su piel morena era más hermosa que nunca y había descubierto que amaba maquillarse, por lo que pasaba buena parte del día arreglándose. Ella solía quejarse de que sus caderas se habían ensanchado y que como su piel se estiró tenía estrías, aunque a mí me parecían bonitas.