OO5. answers... or half of them

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- Era de tu madre -habló su abuela con una sonrisa en el rostro.

- ¿Por qué no lo lleva? -preguntó la menor, extrañada.

La mayor se enderezó y continuó caminando por la estancia.

- Razones varias, ninguna incumbencia tuya -contestó, delicada y sonriente.

«Falsa sonrisa»

La abuela se acercó a un pequeño escritorio que daba de cara a un ventanal enorme que mostraba gran parte de la hermosa naturaleza que rodeaba el lugar. Fascinada, Nix se quedó admirando aquella vista durante unos minutos, luego, Artemisa le pidió que tomara asiento en uno de los sillones que se encontraban frente al escritorio. A decir verdad, la menor estaba algo confundida y fue aún más su confusión cuando su abuela sacó un álbum de fotos del grueso de su pierna. Extrañada, la joven preguntó qué contenía aquello que pudiera darle respuestas sobre lo sucedido en la primera prueba. La mayor comenzó a pasar las páginas, dejando apenas ver unas cuantas fotos en las que vagamente distinguía algunos rostros.

- Aquí -señaló su abuela. Nix se acercó con rapidez, pudiendo reconocer el rostro de su madre, de Sirius, de dos chicas pelirrojas, un muchacho de gafas y al que fue profesor suyo el año anterior, Remus Lupin-. Aegea y la chica Evans, Lina o Minnie...

- Lily -dijo la pelirroja menor, completamente fascinada al ver el hermoso rostro de la que fue la madre de Harry Potter, ahora uno de sus grandes amigos.

- ¡Eso es! Lily -se rectificó-, ella y Aegea eran grandes amigas, bueno, amigas como tal no sé yo, pero recuerdo que pasaron largos veranos haciendo diversas actividades por el jardín. Evans siempre traía un libro muggle, y Aegea siempre le correspondía con alguno del mundo mágico -siguió guiando su dedo por la foto y se detuvo en el azabache de gafas-. James Potter, un completo desastre. Aún no sé como tu abuelo le permitía entrar en casa, y eso no es nada, cuando llegaba aquel chico, Sirius Black, podías despedirte de cualquier pertenencia porque eran capaz de explotar la mansión. De hecho, una vez quemaron el autorretrato de tu abuelo, el que acaba de terminar. Nunca los había visto correr tanto, tampoco a tu abuelo -Nix rió, su abuela movió su mano hasta la imagen de su madre, al lado se situaba Lupin-. ¡Oh, el joven Lupin! Muy buen chico, algo callado pero extremadamente impresionante. Fue tu profesor el año anterior, ¿cierto? Una lástima que su condición lo limite tanto.

- ¿Sabes que es...

- ¡Por supuesto que sí! ¿Quién crees sino que le preparaba la poción Matalobos durante las vacaciones? Siempre quise que saliera con América -admitió-. Una pena que estuviera extremadamente enamorada del chucho.

La pelirroja rió con ganas ante la cara de decepción de su abuela.

- ¿Qué tienen que ver ellos conmigo, o con lo que me pasó? -Nix aún no lo entendía.

- Aegea -señaló. La pelirroja sonreía mientras su melena al viento ondeaba, el traje de Hufflepuff resaltaba entre los leones. Al igual que el de águila de América-. Mi pequeña Aegea padecía una extraña... ¿cómo llamarlo? ¿enfermedad? Bueno, no era enfermedad como tal, simplemente la hacia adaptar la forma de la persona con la que había formado un vínculo, ya sea amistoso, amoroso o familiar. Generalmente era más sencillo cuando la persona tenía una parte animal. Aegea comenzó a desprenderse de su maldición con el tiempo, confraternizó con el joven Sirius, probablemente por el lazo amoroso que sentía por el menor de los Black. Para ser sincera, nunca me gustó mucho esa familia, Walburga y Orion solían ser muy estrictos con respecto a ser sangre pura y a mi familia lo único que le preocupaba era no morir intentando buscar una solución para nuestra maldición. Sin embargo, a pesar de todos los errores que cometió, Regulus era un buen chico. Sirius siempre lo decía. Al cabo de un año, más o menos, Aegea poseía el completo pelaje y actitud de un perro, sin embargo, su aspecto seguía siendo el de un zorro. Pudo controlar cuándo transformarse, evadió las noches frías en el bosque oscuro y consiguió que el dolor que había comenzado a sentir con sus transformaciones desapareciera.

- ¿A qué se debe eso? Y por qué la tengo yo -la menor entendía en cierta parte, pero no entendía por qué ella la poseía.

- No se sabe de dónde proviene esa enfermedad, bueno, más bien parece una cura, o sobre-maldición, ante Impungushe -su abuela miró la foto y acarició con su dedo índice el rostro de Aegea Kwan, luego la miró con una pequeña sonrisa melancólica-. Nix, la posees porq...

- ¡¿Cómo se te ocurre irte de Hogwarts sin autorización y encima pedirle ayuda a tus primas?! -la potente voz de su madre irrumpió en la sala con un eco que consiguió hacer temblar algunos cuadros.

América Kwan entró por la puerta echa una furia, el tío Hades, las gemelas, Hera y Zíu esperaban en la puerta con la cara pálida. Su abuela se levantó con lentitud al mismo tiempo que la menor se levantaba como un resorte.

- Mamá...

La rubia mujer la miró con furia, rápidamente dirigiendo su vista a su abuela.

- Vámonos antes de que tu abuela siga contándote mentiras.

- Lo sabrá tarde o temprano -con voz calmada, la anciana cerró el álbum y lo dejo sobre el escritorio.

- Será tarde.

Dando un portazo, América salió de la habitación, dejando a Artemisa Kwan con el álbum de fotos frente a ella y el diminuto anillo que la menor había visto antes, el anillo que portaba la silueta de un tejón.

NIX: The ginger Slytherin fox #HH1Where stories live. Discover now