Capítulo 1: Felicidades, capitán

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-Felicidades, capitán -le susurró el viejo y arrugado Callister a Robin, el prometedor miembro de la Marina Real Británica que acababa de ser ascendido

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-Felicidades, capitán -le susurró el viejo y arrugado Callister a Robin, el prometedor miembro de la Marina Real Británica que acababa de ser ascendido.

Sus palabras fueron acompañadas por un apretón de manos que terminó por convertirse en un abrazo sincero. El viejo conocía a Robin desde que estaba en el vientre de su madre y lo había visto crecer en la tristeza y la alegría, en el dolor y en la felicidad. Pero eso ahora no importaba, puesto que, para el ya muy adulto Robin, era tiempo de regocijarse con su promoción. Disfrutar que luego de años en la Marina y un entrenamiento duro y despiadado, había logrado convertirse en capitán.

-Uno de nuestros destructores partirá con destino final a Irak en una misión 100% humanitaria -dijo medio cortado Callister, que invitó a Robin a sentarse en uno de los sillones de su despacho-. Combinaremos una tripulación de contramaestres con miembros de la Cruz Roja que llevarán los suministros necesarios para apoyar a las naciones en vilo. Bordearán el oeste de África y...

Callister se frenó de repente y apretó una de sus manos contra su pecho. Robin dudó en interrumpir, pero terminó por atreverse:

-Señor, ¿se encuentra bien?

-Es el cáncer. Acabará por matarme en el próximo año, hijo. Tengo mucho dolor de pecho.

Robin se llevó instintivamente la mano a la boca en señal de sorpresa. Aquel viejo el capitán lo consideraba familia, y enterarse de que su muerte estaba próxima a concretarse significaba nada más ni nada menos que una pésima noticia.

-No puedo creerlo. ¿Qué hay de su familia?

-Margaret y los niños están al tanto. Supongo que estarán preparándose para lo inevitable. Entre tanto, yo lo único que quiero es dejarles un legado donde ni el dinero ni el trabajo sean un problema para ellos. Ya sabes, son mi joya más preciada.

-Me ha helado la sangre, almirante -contestó Robin. En sus distintivos ojos verdes se podía notar como intentaba aguantarse el lagrimeo.

-¡No es tiempo de llorar, capitán! Este viejo ya ha peleado suficientes batallas, y se ha cumplido mi ciclo. Ahora te toca a ti -agregó con una amplia sonrisa mientras le daba un sorbo a su descafeinado-. Podemos hablar de los detalles luego, Robin. Necesito que disfrutes un poco.

Al parecer la conversación había terminado. No era el objetivo de Callister ahondar en los detalles, ni tampoco el de Robin escucharlos. Tenía otras cosas de las que preocuparse primero. De forma tácita habían llegado a un acuerdo mutuo que, sin saberlo, les fue beneficioso.

Robin comprendió que de repente su vida había dado un giro de ciento ochenta grados. Su promoción lo colocó como el capitán más joven en toda la historia de la Marina Real Británica, y con el crítico estado de Callister, un prometedor futuro le aguardaba. Pero para lograr seguir creciendo, tendría que recorrer un largo camino. Un camino que comenzaba en su primera misión como capitán de un destructor que daría ayuda humanitaria por una serie de países al este. Nada mal para un muchacho de veintinueve años.

Supervivientes #1 | La influencia del capitánWhere stories live. Discover now