16. Burned by a sneaky

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—¡Fang! —chilló Annie agachándose para abrazar al perro que comenzaba a lamer su cara.

—¡Buenas! —saludó Hagrid, sonriendo a Harry, Ron, Annie y Hermione—. Será mejor que esperemos a los de Slytherin, que no querrán perderse esto: ¡escregutos de cola explosiva!

—¿Cómo? —preguntó Annie.

Hagrid señaló las cajas.  

—¡Ay! —chilló Lavender Brown, dando un salto hacia atrás.

Los escregutos parecían langostas deformes de unos quince centímetros de largo, sin caparazón, horriblemente pálidas y de aspecto viscoso, con patitas que les salían de sitios muy raros y sin cabeza visible. En cada caja debía de haber cien, que se movían unos encima de otros y chocaban a ciegas contra las paredes. Despedían un intenso olor a pescado podrido. De vez en cuando saltaban chispas de la cola de un escreguto que, haciendo un suave «¡fut!», salía despedido a un palmo de distancia. 

—Recién nacidos —dijo con orgullo Hagrid—, para que puedan criarlos ustedes mismos. ¡He pensado que puede ser un pequeño proyecto! 

—¿Y por qué tenemos que criarlos? —preguntó una voz fría.

Acababan de llegar los de Slytherin. El que había hablado era Draco Malfoy. Crabbe y Goyle le reían la gracia. 

Hagrid se quedó perplejo ante la pregunta. 

—Sí, ¿qué hacen? —insistió Malfoy—. ¿Para qué sirven? 

Hagrid abrió la boca, según parecía haciendo un considerable esfuerzo para pensar. Hubo una pausa que duró unos segundos, al cabo de la cual dijo bruscamente: 

—Eso lo sabrás en la próxima clase, Malfoy. Hoy sólo tienes que darles de comer. Pero tendrán que probar con diferentes cosas. Nunca he tenido escregutos, y no estoy seguro de qué les gusta. He traído huevos de hormiga, hígado de rana y trozos de culebra. Probad con un poco de cada. 

—Primero el pus y ahora esto —murmuró Seamus.

Annie suspiró pero por el cariño que le tenía a Hagrid hizo un intento por acercarse a esas inusuales criaturas. Agarró hígado despachurrado de rana y lo acercaba al escreguto intentando que comiera, aunque no veía por donde podrían comer.

—¡Ay! —exclamó Annie alejándose rápidamente. La cola de su escreguto había estallado, quemando a Annie.

—¡Annie! —exclamaron los tres, acercándose.

—¿Estás bien? —preguntaron Harry y Hermione.

—Umm... definan bien.. —bromeó. Hermione suspiró y Harry se acercó más.

—Deberías ir a la enfermería —dijo Harry preocupado.

—Creo que iré. Me está ardiendo —dijo Annie levantándose y yendo hacia Hagrid.

—Te acompaño —Harry hizo una seña a Ron y Hermione quienes asintieron.

Annie y él comenzaron a caminar hacia el castillo.

—¿Te duele mucho? —preguntó Harry con preocupación

—Me arde —respondió.

Madame Pomfrey le dio un pequeño ungüento para que el dolor disminuyera y le colocó una venda para que hiciera más rápido efecto y que no se secara.

—No podré escribir —se quejó Annie, pues la mano que había resultado herida era la derecha, con la que escribía.

—Mejor, ¿no? —bromeó Harry. Annie sonrió y le dio un pequeño empujoncito.

Annie y el Cáliz de FuegoWhere stories live. Discover now