—¿Puedo ir? —preguntó Axel con un tono de emoción.

Jacob estaba cruzado de brazos, viendo hacia otro lado. Brisa nos veía también interesada, pero con cara de culo cada vez que nuestras miradas conectaban, con ambas manos en sus caderas.

—No. Ayer Emily y yo hicimos la cena, hoy les toca a ustedes y pasaré ese tiempo con ella. Es un trato justo —refutó el rubio, victorioso.

Noté a Axel algo molesto y a Jacob no pareció importarle el asunto.

—¡Yo puedo acompañarlos chicos! Sé cocinar riquísimo —exclamó Brisa, refiriéndose a los que iban hacia mi casa.

—Da igual —respondió Jacob porque sabía lo insistente que podía llegar a ser la pelinegra.

—Nos vemos entonces —expresó Axel decaído, como si le afectara el hecho de que me iba a quedar con Damián a solas.

No le tomé mucha importancia y asentí. Los tres se marcharon en dirección a la casa, Brisa iba dando saltitos de emoción porque estaría sola con esos dos, quién sabe qué cosas pasaban por la cabeza de esa chica. Nos dejaron a nosotros ahí. Esperaba que Damián me explicara qué era lo que planeaba, pero los segundos pasaban y él no decía nada, supuse que estaba esperando que todo nuestro al rededor estuviera despejado. Él seguía sujetando mi mano, me sentí extraña por su cálido tacto.

—Vamos, te encantará —susurró con alegría es su rostro.

¿Qué tenía en mente? Me llevó de la mano hacia unos arbustos, quitó las hojas entrometidas qué estaban en medio para que se me hiciera más fácil atravesar. Nos adentramos en la maleza que había alrededor del pueblo, nunca llegué a ir en esa dirección, así que no sabía qué había encontrado.

Dos mariposas volaron cerca de mi rostro, provocando que diera un saltito por la sorpresa, él se rió por mi acto. Seguimos caminado, ya estábamos en el bosque, pero dudaba qué parte en especifico era esa, hasta que llegamos a un montón de arboles y hojas que parecían cubrir una especie de... ¿Pared? ¿Qué carajos?

Me quedé extrañada, nunca antes había visto ese lugar, no estaba en mis recuerdos. Diecisiete años viviendo en el mismo pueblo y jamás me dispuse a cruzar el bosque que quedaba cerca de la escuela. Pensé que solo me encontraría con pura maleza e insectos horribles.

—¿Qué hacemos aquí? —cuestioné totalmente confundida. No estaba entendiendo a Damián.

—Ya verás —dijo, se acercó a las hojas que cubrían lo que parecía ser una pared.

Como si él ya hubiese estado ahí, me preguntaba qué mierda había encontrado para que solo me permitiera verlo a mí y no a los demás. Lo seguí con la mirada, esperando que me impresionara más de lo que estaba.

Con sus mano, echó las hojas a un lado dejando a la vista un enorme agujero en donde cualquier humano podía entrar, literal, era como para colocar una puerta ahí, daba la impresión de ser un túnel por la profundidad que vi en el interior, pero al otro lado podía ver que había luz. Me hizo una señal para que yo fuera la primera en entrar. Tragué saliva, nerviosa por no saber lo que me esperaba del otro lado.

—¿Qué hay al otro extremo? —interrogué, exigiéndole con mi tono de voz.

—Es una sorpresa —replicó, llevando su dedo índice a su boca diciendo "shh".

Entonces empecé a dudar de él, no sabía por qué. Tal vez mi mente me estaba traicionando y era una manera de calmarme.

¿Y si Damián no era quien pensaba que era? ¿Y si solamente me llevó hasta ese lugar para hacerme daño o deshacerse de mí? Distintas preguntas absurdas invadían mi cabeza por la desconfianza que sentía, no tenía idea si era capaz de traicionarme. Así como tampoco confiaba plenamente en los otros dos, especialmente en Jacob. El punto era que no estaba segura de entrar al hueco.

Emily y compañía [COMPLETA]Where stories live. Discover now