C u t i e s

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Extra 2.

Eran líneas sin unir.
Trazos a medio acabar.
Acuarelas y pinceles.

Eran dos lirios.
O dos estrellas.
O dos manos.
O a saber qué.
Eran.
Y el simple hecho de ser el verbo ser ya era suficiente.
'

La primavera no era buena para Bucky. Las noches tan ni frías ni cálidas y las tardes de lluvia y viento constante, hacían que su brazo biónico doliera como si estuviera oxidado, y moverlo era casi imposible.

Estiró cada músculo y bostezó.
El espacio vacío en el lado derecho de la cama significaba que Steve se había ido a correr con Sam y que no volvería hasta la hora de desayunar.

Bucky resopló después de bostezar otra vez y se levantó, negando con la cabeza.
Solo pensar que ambos estaban fuera, con la temperatura tan inestable y dando vueltas y vueltas para ver quién era más rápido, le daba pereza, básicamente.
Además, todos los días volvían discutiendo porque Sam decía que no era justo competir con alguien como Steve. Que si el suero, que si la fuerza, que si esto, que si aquello.
Eso sí, siempre acababa diciendo que él tenía unas magníficas alas que lo hacían ser más fabuloso que el propio Capitán América.

Era casi un circo verlos cada mañana, pero a Bucky, en el fondo, le gustaba. Esa alegría, esa vitalidad que desprendían eran como un chute de energía para él.

Bostezó otra vez, cogió una de las sudaderas de Steve y salió a la cocina, donde Peter estaba preparando el desayuno.

—Buenos días, bicho —Le dijo, revolviéndole el pelo.

—Sabes que odio que me llames así, Buck.

El susodicho rió, sentándose en un taburete alto.

—¿No hay nadie más en casa? –Preguntó, demasiado consciente del silencio que caía a su alrededor.

—Tony se ha ido muy pronto a no sé dónde a hacer no sé qué. Nat y Clint están en el gimnasio. Bruce en el laboratorio. Prieto, durmiendo. Wanda y Visión prefiero no saberlo y tu chico y Sam compitiendo por quién da más rápido la vuelta al país. Todo muy normal para un lunes por la mañana.

Bucky volvió a reír, dándole las gracias a Peter cuando este le entregó una taza de café.

—¿Y el raro de tu novio? —Preguntó esta vez, antes de tomar un sorbo.

—¡Aquí! —Gritó Wade, entrando a la cocina con una bolsa de churros. —Buenos días, nene. —Dijo, dándole un beso suave en el pelo a Peter. —Buenos días a ti también, Jamie.

—Estoy hasta los cojones de que Sam, Tony y tú me llaméis así. —Dijo, Bucky, mascullando una serie de maldiciones para acabarse, después, el café de un trago y así poder volverse a la habitación.

—No tengas tanta prisa, colega. Tenemos que hablar.

—Esa no es una frase que me tengas que decir a mí, Wade Wilson.

—Estás gracioso hoy, Barnes, por lo que veo.

Bucky rodó los ojos, cruzándose de brazos y haciendo una mueca ante el sonido hueco que resonó en la estancia al mover el brazo biónico.

—¿Qué quieres?

—¿Me prestas esa arma tan puto guay que llevas adherida al cuerpo esta noche para matar a un tipo, por favor?

—¡Wade! —Gritó, Peter, escandalizado. —No le pidas eso, bruto.

Deadpool levantó las manos en son de paz, pero se acercó más a Bucky, evaluándole.

Everybody hurts ➳ stuckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora