Max estalló en carcajadas mientras lo seguía escaleras arriba y entraban a la primer sala de juegos donde encontraron a Parker abrazando a Melina mientras le susurraba algo.

   Ella estalló en carcajadas y recargó su cabeza sobre el hombro de Parker que los sorprendió a los dos.

—Hola —dijo Max.

  Ambos se giraron y sonrieron, Melina se acercó a ellos, les dió un beso y se despidió saliendo de la sala.

   Parker los miró antes de recoger su cabello rubio, sujetarlo, colocar su cabello castaño ahora y mirarlos como si estuviera listo para sus preguntas.

   Tenía los ojos miel esta vez y el rostro diferente, como cada noche al trabajar.

—No sé si es porque yo estoy medio enamorado o de verdad pasa pero he visto a Parker más amoroso en estos meses —dijo entrecerrando los ojos.

—Será contigo —añadió Max—. A mí me sigue tupiendo y maltratando psicológicamente e incluso ha redoblado esfuerzos.

   Parker comenzó a reír y solo se giró ignorándolos.

—¿Habrá boda? —dijo Hurs—. Cuando menos para darle una familia a tu hija.

—Claro que habrá boda, la de Maddox —respondió—. Tal vez en unos meses la tuya pero yo soy caso perdido.

—Espero ya estés ahorrando —dijo Max—. Deberás 300 libras en unos años.

   Le miró como si fuera una cucaracha antes de responder.

—Cual sea el resultado no voy a perder —dijo divertido—. Eres demasiado lento para entender. Hagan algo para divertirme en lugar de solo estar ahí.

—¿Y por qué habríamos de divertirte? —inquirió Hurs.

—Porque es su naturaleza —dijo aburrido mientras se reclinaba sobre una de las columnas—. Solo estoy esperando que llegue la trilliza menor y se arma la fiesta.

  Max y Hurs se sentaron ignorando a Parker.

—Cada día te soporto menos, princesa —dijo Max.

—Las mariposas no hablan —respondió—. Deberías estar aleteando a mi alrededor.

—Max no es mariposa monarca —dijo Hurs siguiendo la burla—. Es la mariposa del monarca.

—Ojalá te encuentres un día con un monarca igual de soberbio y malnacido como tú —dijo Max—. Me voy a divertir mucho.

—Estaré listo incluso para los embistes de mí igual cuando llegue el momento —dijo encogiéndose de hombros—. Si es que eso pasa.

—Te imaginas —dijo Hurs—. Sería como un juego de ajedrez. Duelo de reyes.

—Esa cosa no es un rey —dijo Max.

—Pero lo seré —respondió con una media sonrisa—. Así que deja de responderme así vasallo cualquiera.

  Hurs comenzó a reír sin más y Max lo reprendió con la mirada.

—Pues yo voy a apoyar al otro rey. He dicho. —Sentenció con convicción—. Vamos a ver quien es más listo.

—Deja de atacarlo —dijo Hurs—. Hoy está tranquilo.

—Ya deja de defenderlo —aseguró—. Por eso abusa de nosotros.

—Es que es una pelea inútil —dijo Hurs—. Vas a perder. Pelear con él es como pelear con una mujer.

DOMAR A LA BESTIA (EL CLUB DE LOS DESTERRADOS 2)Where stories live. Discover now