La Sombra De Sheogorath

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Este relato decido contarlo ahora, ya que después de tantos años he descubierto que todo era verdad.

A finales de la tercera era existía un rey, Dervenin III, el era egoísta y codicioso. Por desgracia, para el, era rey de la ciudad mas pobre de todo  el imperio, Winterhold, una ciudad en medio de una Taiga, alejada de la capital, y sin muchos recursos, haciendo que su economía no fuera buena.

En el año 1350 la crisis vivida en Winterhold llegó a un estado crítico, y cada día se volvía peor, pronto la ciudad moriría de hambre, si es que las enfermedades no terminaban con todo primero, y cuando esto pasará Dervenin se quedaría sin reino, y lo peor para el, sin dinero.

Su consejero había intentado todo, llevaban mucho tiempo tratando de mejorar su situación, pero nada parecía funcionar, tarde o temprano el reino perecería, y ya no quedaba mucho tiempo. Sin opciones y claramente desesperado, Dervenin decidió hacer aquello que nunca pensó, y a pesar de saber de los riesgos que conlleva dicha acción decidió que no había otra opción, era la única forma de no perder al reino y  su única fuente de recursos.

Folke, su consejero, le advirtió de lo peligroso que sería tratar de negociar con un príncipe daedra, de lo astutos que pueden llegar a ser y la desgracia que traería si llegaba a ofender a alguno de ellos, a pesar de todas las advertencias a Dervenin no le importaba pues él se creía más inteligente que cualquier daedra y estaba dispuesto a saciar su codicia por cualquier medio.

Dervenin se puso en marcha, y al cabo de unas horas tras recorrer un camino largo y sombrío logró encontrar la capilla del príncipe Sheogorath y sin demorarse trató de hablar con él

—Oh gran Lord Sheogorath, príncipe daedra de la locura, maestro del arte de la manipulación, hoy vengo humildemente hasta tu templo y hasta tí, con la intención de suplicarle escuche mis peticiones, Señor mi reino se encuentra en medio de una crisis, y si no mejora pronto todos en el morirán, no nos queda ningún recurso, y estoy desesperado. Por favor Lord Sheogorath, te suplico compasión, te suplico que ayudes a mi pueblo, no te pido más que los recursos que necesito.

Sheogorath escuchó la súplica de Dervenin, sin embargo, nadie había logrado engañar antes al príncipe de las mentiras y nadie lo haría ahora, desde el principio el observó  las intenciones codiciosas del rey, y decidió divertirse con él, y sin pensarlo tomo acto de presencia.

—Eres muy valiente al venir aquí mortal, o quizá muy estúpido, pero hoy estoy de buen humor, te concederé tu deseo, pero solo porque quiero divertirme contigo, jugaremos un juego, es muy simple, te daré los septims que me pides, pero solo existe una regla, debes usar todo el oro para lo que pides, no puedes ser codicioso, serás el rey más bondadoso de todos, y te lo advierto, nadie puede engañarme, si rompes las reglas lo sabré y serás castigado. Ahora vete de este lugar y no digas una palabra hasta llegar a tu reino—

Ingenuamente Dervenin salió feliz, creyendo que logró engañar a Sheogorath.

Al día siguiente el príncipe daedra cumplió su promesa, y al despertar, Dervenin se encontró con una sala llena completamente de monedas de oro. El rey quedó maravillado y le faltó tiempo para imaginar las cosas que lograría comprar con tanto oro. Sin embargo, Folke era inteligente y quería prevenir cualquier problema.

—Debería tener cuidado señor, recuerde la advertencia que le dio Sheogorath, al menos finja ser benevolente con sus súbditos—

Dervenin un tanto molesto pero a sabiendas de la situación accedió, pronto la ciudad mejoró, y pasó de ser  la ciudad más  pobre, a uno de los lugares más  bellos y ricos  de  toda la comarca, todos  se preguntaban  como  lograron prosperar tanto en tan poco  tiempo, incluso poco a poco llegaban nuevos pobladores a esta ciudad.

La Sombra de SheogorathWhere stories live. Discover now