-¡Myoui Mina! -gritó Nayeon enojada, haciendo que algunas personas voltearan a vernos confundidas. Jeongyeon al parecer lo noto, así que termino dando un grito para que todos los expectantes vuelvan a lo que estaban haciendo.

-Esa soy yo -contesté sin ganas de escuchar sus reprimendas, porque la verdad no tenía humor, estaba demasiado cansada como para lidiar con este tema -¿Qué quieres ahora? -volteé a verla, esperando su reacción.

-Primero, ¿Qué carajo te paso en la cara? Pareces sacada de la basura -Jeongyeon posiciono sus ojos sobre mí, mientras Nayeon hacia muecas de asco.

-Segundo, ¿Cómo fue eso de que la rarita te beso? -Jeongyeon hablo enojada como siempre -¿Acaso eres consciente de lo que paso?

La verdad sí. Y mucho.

-No sé qué paso ayer, pero el engendro me tomo por sorpresa borracha. ¿Saben el asco que me provoco? No tienen una idea. -Hice una mueca falsa, ya que el beso no me desagrado en lo absoluto. Salvo la parte donde toque su puto miembro, eso sí lo hizo.

-¿Y por qué no te alejaste? Escuche que le correspondiste el beso, no puedo confirmarlo hasta que me lo digas tú -me hizo una mueca de desagrado, en efecto, el tema le desagradaba.

Veamos que me invento ahora.

-Traté, pero la bastarda termino agarrándome fuerte, combinado con que yo tomé mucho tequila, fue horrible. Aún me duele la cabeza así que te recomiendo que te mantengas alejada si piensas gritarme -cerré mi casillero mientras me giraba para caminar hacia el salón donde me tendría que encontrar al engendro.

-¿Qué te parece si la tomamos de sorpresa hoy?, algo así como un pequeño presente por lo de ayer -realmente extrañaba molestarla, era una de mis mejores pasiones -¿Le gustara la sopa de carne?

Jeongyeon y Nayeon rieron ante mi comentario, asintiendo dándome a entender que estarían esperando mi "presente" con ansias. Me dirigí a mi salón y allí vi esa cabellera típica de ella. Me extrañaba que solo estemos nosotras, tal vez la fiesta los dejo idiotas.

Fui directamente a mi asiento, sentí su mirada de ¿Miedo? ¿Temor? No lo sé, pero algo me decía que tenía un sentimiento similar.

-¿Qué miras? -dije fría, en ningún momento me iba a dejar hablar bien por esta "chica".

Rápidamente ella se dio la vuelta, temiéndome como siempre la cobarde. Me rehúso a parar mi batalla aquí.

-Te estoy hablando engendro -me levante para dirigirme a su asiento y asi dejar que mi magia fluya.

Su mirada se clavó en un punto fijo, con mi puño di un golpe en su banco para llamar su atención.

-¿Te comió la lengua el gato? ¿O la perdiste cuando te me tiraste? -di otro golpe para que me hablara -¡Habla engendro!

-D-Déjame en p-paz M-Mina -siguió mirando ese punto dijo y ya me estaba hartando, odio que la gente no te mire cuando le hablan, me parece una falta de respeto.

-¿Dejarte en paz después de lo que me hiciste ayer? -bajo su cabeza como arrepentimiento, no me dio ni una pizca de pena -¡Mírame cuando te hablo, Son! -agarre su barbilla e hice que me mirara, volví a observar esos ojos de cerca, esos ojos que me miraron con lujuria y pasión, esos ojos chocolate que fueron derretidos por los míos. En ningún momento iba a dejarme intimidarme por pena de este engendro -¡¿Qué acaso me tienes miedo?! -grite literalmente en su cara, nuestros rostros podían sentir la caliente respiración de las dos -¿Por qué mierda me besaste ayer? -dije calmada y soltándola, porque en realidad quería escuchar el porqué.

-Yo... Yo... y-yo no lo sé -dijo balbuceando nerviosa ante el puño que golpeo su banco.

-¿Cómo que no lo sabes? Dime la verdad, no tengo todo el día.

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