Suspiro, y dejo todo allí, no porque no pueda o no quiera, es que no todos los deseos me puedo permitir.
Suspiro, tomando aire puro libre de lo que me pueda intoxicar o herir, inspirado en la sensación profunda de que todo tiene un porqué, aunque no siempre lo vaya a distinguir.
Suspiro, por culpa de tu iris, que no se cansa de hacerme creer algo que no siento, pero sin descartar la posibilidad de que lo vaya a sentir.