Ojos De Frío.

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         Ésta es la historia de Paola, una niña pequeña que a sus cortos años ve la vida con optimismo.

           Paola tiene cuatro años y vive en uno de las tantas poblaciones marginales de Chile. Según ella en su casa es feliz y todos los días se levanta con la esperanza de que todo va a cambiar. Le gusta pensar que vive en una isla y que el agua que entra a su casa en invierno, son sólo las olas del mar que mojan sus pies e inundan su hogar.

              Sus vecinos la quieren mucho y siempre le dicen que va a llegar lejos. Ella es una niña muy inquieta, ayuda a todo el mundo siempre que es posible, se mueve de un lado a otro siempre corriendo con una cálida y contagiosa sonrisa que alegra e ilumina todo a su alrededor.

            Su madre Lucía, dice estar muy orgullosa de su hija, dice que Paola es mucho más fuerte y perseverante que ella, creé que los policías y alcaldes son nobles caballeros que sirven y protegen a un reino, para que los ciudadanos puedan vivir más tranquilos. Lucía dice que mientras Paola tenga esperanza en en su corazón, tiene grandes posibilidades de romper el círculo y salir de la pobreza.

             Paola está en preKinder y le encanta asistir a la escuela a jugar con sus compañeros, su profesora siempre le dice que en ella ve ojos de frío, Paola se ríe y es que en su pequeña mente aún no comprende que de ella depende lo que pase en su futuro.

                             *****

              Sin conocerla me acerco a ella, algo en su mirada me conmueve a tal punto que ignoro por completo el hecho de que no se nada sobre ella ni siquiera su nombre.

      Detrás de una improvisada mesa intenta vender sus productos a los esporádicos clientes que pasan sin prestarle atención a sus palabras. Su "negocio" esta ubicado de forma estratégica en la salida de la "vega central" en Santiago de Chile.

        En su mirada se ve mucha pena y en su rostro el paso del tiempo implacable a dejado numerosas marcas que intenta disimular con abundante maquillaje, su figura es algo gruesa y su altura me impresiona, (es bastante alta para el promedio de las mujeres en Chile).

      Me observa algo indiferente y con una mirada de "si intentas algo raro, te golpeo", tomó una de las bellas pulseras que vende en mis manos.

-valen $500-. me dice muy preocupada de que no me fuese a ir sin pagar.

-¿cuál es su nombre?-. le pregunto.

-Paola Rubilar-. me responde levantando la cabeza con orgullo.

             Le compro una pulsera y dos collares, después de horas y una larga conversación comienza a confíar en mí, al parecer le caigo bien y de a poco me cuenta que tiene veinticinco años y seis hijos de menos de diez años, su marido es drogadicto y la maltrata día por medio. Me cuenta que le iba muy bien en el colegio y que incluso llegó a ganar una beca para asistir a la universidad pero que quedó embarazada un año antes de comenzarla. Me recalca que no se arrepiente de nada ya que por sus hijos daría su vida pero sí cambiaría un poco muchas cosas.

               Busco trabajo en muchas partes y de muchos oficios, pero nadie se atrevía a contratarla cuando conocían su procedencia, el lugar donde nació vivió y creció. Agacha la mirada para ocultar sus lágrimas más no deja de hablarme. Claramente siente dolor, no un dolor físico, es más bien un dolor emocional y comprendo bien su dolor, debe ser muy difícil tener tantas ganas de trabajar para darles un futuro mejor a tus hijos y que nadie te de una oportunidad de demostrar que no importa de donde vienes, si no, a donde vas.

               Si esta fuera mí realidad yo no habría sido capas de perseverar de la forma que ella lo hace, estar de pie después de tanto esfuerzo, cargar sobre sus hombros a seis hijos y un marido que te golpea y aún seguir entera mirando el futuro, no...yo no podría.

            Me despido de ella con un fuerte abrazo, le agradezco su confianzas y ella agradece mí interés. De camino a casa pienso en su historia, esa triste y dolorosa historia que jamás nadie escuchara, que jamás conmovera a nadie como me conmovió a mí.

            Enciendo la tv y un noticiero me asusta de pronto, él periodista habla de un asesinato, aparentemente un hombre mató a su mujer cuando no quiso darle el dinero que había conseguido ganar aquel día para alimentar a sus hijos. Más allá de lo horrenda que pudiese ser la situación hay un detalle que llama mi atención y la sorpresa es grande cuando relacionó su nombre con la fotografía que exhibe el periodista en su mano.

              Se trata de Paola, la misma mujer que me llevó a las lágrimas con su historia, aquella digna de un premio y una medalla al valor, ella frágil y débil pero fuerte y luchadora a la vez. Me llevo una mano a la boca para callar el dolor pero no funciona, lloro por ella, lloro por su dolor, lloró por lo injusta que fue la vida con ella, lloro desconsoladamente.

              No logró doblarle la mano a su destino, no logró darle un futuro mejor a sus hijos, no logró cumplir sus sueños más sí logró algo importante, me dio un ejemplo, a mi y a todos los que deseen aprender de su historia, aprender de su vida y de su perseverancia...de su infinita bondad y de su infinito deseo.

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⏰ Última actualización: Sep 18, 2014 ⏰

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