Hurs hizo un gesto de desagrado pero no tenía opción, al final ya Maddox había hecho la propuesta y estaba segura que la mamá de Scarlett aunque feliz se sentiría abandonada.

—Está bien —dijo de mala gana—, pero no quiero al animal ese de tu ex cerca o no respondo.

—De acuerdo —respondió—. No quiero bromitas de ningún tipo con tu ex ni abrazos ni besitos. Punto.

—Está bien —dijo con cansancio—. Voy a volverme monógamo, pero que sepas que lo hago de mala gana.

   Ella comenzó a reír y él no esperó más y la besó llevándola consigo aunque se les olvidaba que la puerta estaba abierta.

   La madre de Scarlett observó la escena y sonrió.

   Hacía años que no veía feliz a su hija cómo ahora con el hombre que la acompañaba. Era como si le infundiera vida. Hacía mucho que no veía a nadie ver a Scarlett como lo hacía Hurs.

   Se fue a su habitación sabiendo que estaría bien con él mientras los veía besarse.

   Hurs se separó de ella al recordar en donde estaban.

—Creo que hay que calmar las hormonas —dijo respirando agitado—. Tú mamá me vendrá a correr a escobazos.

   La escuchó reír mientras se sentaba a su lado.

—Debería irme —dijo abrazándola—. No has dormido.

—No, quiero que vayamos juntos a algún lugar a deshacernos de algo.

—¿De qué? —preguntó al verla ponerse de pie y caminar por la habitación.

   Scarlett se aproximó hacia uno de los cajones y sacó una pequeña caja de cartón color rosa.

—Aquí he guardado las cosas más importantes de mi vida —dijo colocándola en la cama y palpando el lugar para sentarse—. Las que me han hecho reír, suspirar, llorar.

—¿Entonces voy a encontrar cartas de tu ex? —dijo con tono duro—. Si es así no quiero ver.

—Sí, hay cartas —dijo riendo.

—Tíralas —dijo autoritario.

—No y punto —dijo sin más—. Son un recuerdo, además no son de amor, son de mi familia, amigos, en fin.

—Entonces no las tires. —Hizo un gesto de indiferencia.

—Quiero que me lleves a deshacerme de lo que más me duele —dijo obteniendo por completo su atención—. El rencor no me ha dejado vivir. Ya no quiero hacerlo, he sido infeliz pero ahora que estás aquí, soy feliz, completamente feliz y no quiero guardar más odio.

   Metió la mano dentro de la caja buscando algo hasta el fondo y Hurs asomó la cabeza tratando de ver.

  Tenía una sonrisa alegre al verla dispuesta a dejar atrás su sufrimiento, tal vez él debería hacer lo mismo.

   Observó risueño hasta que ella sacó una cadena con un dije que él conocía muy bien.

—¿De dónde sacaste eso? —preguntó con los ojos llorosos.

—Es la cadena de él —dijo ella mientras la sostenía en el aire—. Geoffrey, él hombre que me dejó ciega se llama Geoffrey.

   Un silencio se formó mientras Hurs trataba de salir del shock en el que se encontraba.

—Hace años lo he odiado, no sé si lo he odiado más por dejarme ciega o por no ayudarme, tuve miedo a morir y me sujeté de su cuello buscando y suplicando ayuda, con la fuerza arranqué su dije y lo sostuve como una petición de piedad —continuó—, pero no le importó, me dejó en la carretera como una perra, fui basura para él, creyó que moriría y solo dejó dinero. Todo lo que tengo es esto, el dinero que dejó en mi bolsillo tuvo que ser usado pero el dolor y las consecuencias de lo que hizo se quedaron aquí —dijo señalando su corazón—. Aquí.

DOMAR A LA BESTIA (EL CLUB DE LOS DESTERRADOS 2)Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu