...como el instante en que mi cuerpo se recuperó.

—Ahhh —igual que un simple despertar.

Volví a tener control sobre mi.

Sentí mis manos dolidas y los pies me ardían, igual que como sí estuviese pisando un mar de lava.

—¡AUCH! —y no fui el único.

Los otros miembros comenzaron a despertar del efecto que nos mantuvo presos.

—Dios mio —sentir las piernas de nuevo era grandioso—¿Qué esta pasando? —pero nadie pudo pasar por alto el hecho de que seguíamos atrapados en medio de la oscuridad.

Era obvio que todavía nos encontrábamos bajo vigilancia, pero no podíamos comprobar sí había algún guardia cerca de nosotros porque no se podía ver nada más que oscuridad.

Shane

—¡Ya es hora! —el torneo de la vida estaba a punto de dar su inicio.

Mireya Arnowin se veía entusiasmada por poner en marcha sus apuestas, al igual que cada miembro que tenía su mirada fija en el domo.

Yo solamente mantuve mirando las fotografías de los diez miembros por los que había apostado, a través de la tablet que tenía en mis manos. A simple vista todos los parecían iguales, solo que con algunas diferencias; algunos tenían cicatrices, otros barba o cabello largo y ninguno poseía rasgos de envejecimiento, como sí no hubiesen tenido la oportunidad de superar los 24 años.

—Vas a ver —me decía mi madre— una vez que los ganes te será facíl saber lo que quieres hacer con ellos —al creer que estaba entusiasmada.

"¡Rayos Shane!" Me decía a mi misma "¡Por qué no gritas lo que sientes!"

Estaba a punto de ver a un grupo de Imperfectos ser asesinados por miembros de su mismo sexo que creían estar en un estúpido juego de computadora y lo único que a mi madre se le pudo ocurrir decirme es que hacer con los Imperfectos que ganara ya que se irían a convertir en mis esclavos.

¿Qué sentido tendría ser una dueña?.

Los Imperfectos solían odiar a sus dueñas, porque los arrebataron su libertad.

Una tradición a la que yo no me sentía capaz de poder continuar porque yo no era como ellas.

Yo no era una asesina.

Mi madre en cambio sí podía ya que para ella los Imperfectos solo eran un reflejo de todo lo que la humanidad perdió durante sus tiempos de injusticia, como la paz o la dignidad

Riley, en cambio los veía como esclavos.

Seres sin dignidad obligados a servir...

—¡Te dije que lo quería frio! —a las crueles bestias que de solo verlas me hacían sentir el deseo de vomitar sobre su cara —¡Acaso no escuchas lo que se te dice!.

Y no era la única que pensaba así.

El Imperfecto, que estuvo a cargo de servirle a Riley un trago, tuvo que guardar silencio al ver que su dueña estaba molesta.

—¡Te dije que me trajeras una bebida fría! ¡Esto esta caliente!

—Disculpe, señorita.

—No vale la pena, el daño ya estaba hecho —y eso fue una perfecta señal...

Bang

...para darle fin a su vida.

—Riley —y Mireya no parecía complacida— ¿Qué te he dicho?

—Lo siento, madre. Pero sabes lo que ocurre cuando estos tontos no saben acatar una simple orden.

—Pero no sobre el piso, amor. Vas a manchar tu vestido.

—Tienes razón madre.

—Sabes que siempre la tengo.

Su gusto por maltratar Imperfectos era algo que tenía en común con su madre.

Mireya veía un cuerpo caído y a un grupo de guardias con la obligación de recogerlo, como un recordatorio de las cosas que para ella eran importantes, como su ropa o el tiempo.

—Debió ser un perdedor —dijo mi madre— Esos Imperfectos no saben hacer nada bien.

—Lo sé —dije al no tener otra elección.

El Imperfecto había perdido su vida y yo tuve que quedarme callada en el momento que la primera campana que daba inicio a la apertura sonó.

Las grandes paredes que cubrían el domo comenzaron a ocultarse, dándole muestra a la imagen de los Imperfectos que habían sido seleccionados.

—No puede ser —Mi madre estaba entusiasmada.

—Son adorables —y Mireya Arnowin la secundaba— Oye Marron dime a cuantos de tus selectos vez.

—Creo que dos. Un tal Josh y otro que se llama Trevon...

—Trevor —respondí.

—Es igual, como quiera sí sobrevive ya voy a tener quien me pueda lavar la ropa.

—Pero ya tenemos a alguien. Tim.

—Tim era un inútil, Shane. Por eso tuve que eliminarlo.

—¿Lo eliminaste?

—Tuve que hacerlo. O ¿Acaso no tienes idea de cómo dejaba la ropa?

—Madre.

—Mis vestidos estaban repletos de arrugas.

—Pero solo fueron errores.

—Los errores no son dignos para un miembro del Sexo Perfecto

—Ellos son Imperfectos.

—Y por eso sus vidas no valen nada Shane. —odiaba que dijera eso— ademas tú no tienes por qué poner palabras en mi boca. Recuerda que eres un miembro del Sexo Perfecto y debes dar honra.

—Sí, madre.

EXPERIMENTOS LOS ORÍGENES, DOMINADOS, Libro 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora