Detalles finales

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Gorak caminó como un condenado siguiendo el rastro de la silenciosa elfa de cabello dorado que no había vuelto a dirigirle la palabra después de confirmar su identidad y pedirle que la siguiera. Al principio trató de mirar alrededor pero pronto comenzó a sentirse más y más presionado por los claustrofóbicos e innecesariamente grandes pasillos sin puertas de la torre, en su lugar todo estaba plagado de grabados excesivamente detallados de elfos con rostros idénticos e igualmente idénticas expresiones vacías que parecían observar a Gorak desde su lugar en las paredes.

Lo odiaba. Cada parte de su ser se sentía ultrajada por el exceso de vanidad exhibido, odiaba las construcciones élficas por carecer de sentido común. Había oído que una buena parte de esos grabados en realidad eran puertas, pero eso sólo hacía que los odiara aún más ¿por qué esconder algo tan importante como una puerta? ¿Y si necesitaban huir en un apuro? Era justamente por eso por lo que trataba de alejarse de las ciudades élficas tanto como le fuera posible.

Tenía los nervios a flor de piel a tal punto que estaba luchando fuertemente contra el impulso de darse la vuelta e irse porque a cada paso que daba, su paranoia incrementaba hasta el punto en el que había comenzado a sentir que, de alguna forma, estaba siendo conducido a una trampa. Pero, al mismo tiempo, sabía que si se iba en ese momento terminaría arrepintiéndose de su decisión. Tenía que descubrir por sí mismo si Caron había estado mintiendo o no y, tan incómodo como se sentía, no podía esperar más para averiguar exactamente qué tan herido estaba Blayne.

Como si respondieran a su diálogo interno, los murales en las paredes adoptaron tonos más sombríos; a cada paso podía ver elfos sumidos en la agonía, tendidos sobre piras funerarias o que valientemente habían recibido la estacada final a cambio de asegurar la victoria en alguna batalla ya olvidada. Poco a poco el rostro de Blayne se sobrepuso al de todos esos elfos metálicos, y una y otra vez vio el rostro de Blayne contorsionado por el último estertor de la muerte. Sin poder soportarlo más, Gorak cerró los ojos y se repitió una y otra vez que Blayne estaba bien.

Caron le había repetido incansablemente a lo largo de todo el viaje que sólo fue "un atentado, sólo un atentado, así que definitivamente estará bien" y, a pesar de que ni sus ojos ni su tono de voz le daban muchas esperanzas, en ese momento se aferró con todas sus fuerzas a la frase. Esperando que, de alguna forma mística, tuviera razón y milagrosamente Blayne estuviera completamente sano e intacto. Al final, seguramente se habrían contactado con él si su condición hubiera empeorado... ¿verdad?

Como si su mente insistiera en torturarlo, su mente proyectó un desfile todos los recuerdos acerca de las pocas conversaciones que Blayne tuvo con su familia o sobre su familia pasaron por su mente. Y al final, eran ellos los que habían decidido usarlo como un peón político. Ni siquiera se molestó en tratar de ocultar la risa amarga que escapó de su garganta ¿cómo pudo pensar siquiera por un segundo en que sería una buena idea enviar a Blayne a sus garras? ¿cómo se atrevió siquiera a soñar que lo contactarían si ocurría algo grave?

Ante la implacable luz del sobrecargado pasillo, Gorak tuvo que aceptar la verdad que había estado evitando por tanto tiempo: Cualquier cosa que le hubiera pasado a Blayne era su culpa. Si nunca hubiera dado la oportunidad, jamás habría resultado herido. En ese punto sólo quería saber cómo estaba exactamente, quería confirmar si estaba bien y disculparse. Y después, grabó en lo profundo de su corazón, se sometería a cualquier decisión que Blayne tomara, ya fuera que quisiera perdonarlo o no.

Pero para eso primero tenía que encontrar una forma de disculparse, no parecía que un simple "lo siento" fuera suficiente... ¿debería darle esa cosa? No, probablemente lo tomaría como que estaba tratando de chantajearlo, eso sería malo. Tampoco debía decirle cuánto lo había extrañado... ¿o sí? ¿Eso también contaría como chantaje? Oh, quizás debería explicar cuáles eran sus verdaderas intenciones al enviarlo de vuelta a su casa... aunque probablemente no le creyera y le sonara a excusa....

FiligranaWhere stories live. Discover now