Volveré en un rato...

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Bueno, mejor dentro de un tiempo. La verdad es que no se tenía la intención de regresar rápido; algo así como unas vacaciones de dos semanas. Solo que en vez de dos semanas, mejor unos dos meses, o dos años. O el suficiente tiempo para que se olvidara lo hecho. -¡Maldito pueblo de locos!- De una vez Espurio, habrá de fingir su muerte. ¿Por qué no? ¿A caso no estaba condenado?¿Qué quedaba en casa? Nada. Ni siquiera es casa propia; ser sumiso y someterse a su castigo era opción para este. Por lo que en la madrugada tomó un caballo y atestiguado por dos guardias de el portón, o al menos sus cuerpos; huyó hacia los campos lo más lejos y rápido que pudo, así de fácil. Como ya sabemos, la gente en Ticonde tiene el hábito de dejar que los que se equivocan escojan entre ser juzgados y aceptar su castigo, o huir. Saben que igualmente serás juzgado, por otros y peor aún; por ti. De cualquier forma se desharán de uno.

Espurio llegó cabalgando por el sendero a aquella entrada donde volvió a leer la leyenda Ticonde no se olvida, ahora leído de regreso logró entender su doble significado. Y con el sentimiento en la garganta siguió galopando por el prado oscuro hasta perder de vista la loma donde se ubicaba Ticonde,  la cual se cubrió de una espesa neblina. 

Al alba, se acercó Espurio con el caballo, que después se dio cuenta que era una yegua, embarazada para colmo? -como no me di cuenta... que raro- Se bajó, se acercó a una grieta para sacar agua, notó que la gruta estaba llena de agua dulce y cristalina, arrojó una roca con sus dos manos y una moneda que se había robado, pidió un deseo: -desearía desaparecer esta mala persona que llevo dentro-  .Para sorpresa de Espurio, la yegua dio a luz a su potro. Lo que Espurio observó lo dejó horrorizado. El animalito tenia grabado con sangre el costado la leyenda: Ticonde te juzgará y esta vez no podrás huir. Después este se volteó hacia el y este habló: este fue el hombre que me asesinó mamá. La madre recién parida, se levantó como si nada, Espurio, al intentar correr se tropezó con una roca y cayó. La yegua lo tomó del abrigo y parte del cuello lastimandolo y lo arrojó a la gruta. Donde antes había agua, ahora estaba seca, polvorienta y oscura, el mejor lugar para deshacerse de alguien. La yegua lanzó al hombre, que con temor observó el rostro del animal que sin esfuerzo lo levantó,  y con gritos de desesperación e impotencia se vio caer a su muerte. El tiro fue tan certero que donde rebotaba caía en las esquinas más afiladas, perforándolo y dejándolo como muñeco de trapo, al final este se golpeó la cabeza  con la misma roca que había arrojado y a lado vio la moneda dorada con la que había deseado. Lo último que vio fue las siluetas de ambos animales los cuales se fueron caminando en dirección a Ticonde.  Sentía como se desangraba y como sus manos estaban sumergidas en charcos de esta.  Sin más que hacer; Espurio se resigno y se relajó.

-¡Maldito pueblo de locos!-




TicondeWhere stories live. Discover now