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El ruido del cerrojo me dio la pauta que las cosas no habían salido como pensé o bien, que Matías prefería esperar los tiempos necesarios.

Esa segunda opción era sinónimo de un primer paso hacia algo serio.

Un molesto escozor trepó mi columna.

Pote de helado en mano, lo vi entrar y dejar las llaves sobre la barra de la cocina, próxima a la puerta principal.

― Qué raro vos, que no te la hayas llevado a la cama en la primera cita –le di la bienvenida con ironía, ocultando mis verdaderas intenciones: saber cuál era el posible futuro de su cita.

― Ella...parece diferente.

― O sea...ella...¿puede que estemos ante el antídoto? –disimulé con una carcajada.

― ¡Dame un poco de helado! No te hagas la boluda y dejáme un poco –amenazante, se tiró sobre mí que, como si fuera un tesoro, protegí el botín por un rato más hasta que el jugueteo me comenzó a encender y preferí entregarle el helado...y mi dignidad.

Loft - (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora