Loft - (Completa)

14

A punto de regresar a mi cama vi la hora. Eran las tres de la madrugada.

De seguro, Matías estaría desplegando sus dotes de amante en algún telo, como aquella noche en que las paredes de mi habitación fueron de papel y soporté los gritos de su compañera de sábanas.

En esa oportunidad, tapándome las orejas con la almohada, rodando una y otra vez sobre el colchón, opté por irme del departamento arrastrada por una ola de furia y celos y regresar a la mañana siguiente. La chica, de nombre Solana, estaba desayunando con una de las camisas de Matías para cuando llegué a las 7 de la mañana con un paquete de medialunas de manteca, las preferidas de mi amigo.

Dispuesta a delinear una tregua, no esperé que la morena de labios suntuosos aun estuviera para entonces...pero me había equivocado.

― No te escuché salir anoche –afirmó mi amigo al verme entrar.

― Lo imagino. Gritaron como dos descosidos –sin medias tintas, saqué a relucir mi incomodidad. Sin embargo, debía controlar mi dolor.

― Lo siento...pero tu amigo es indomable –la morocha de voz de pito sonrió fuerte, dando un leve ronquido. Mi amigo estaba de jogging y zapatillas. Ella, no mostraba señales de abandonar mi casa.

Fue entonces cuando puse los puntos sobre las ies, saqué a mi amigo de escena, lejos de las visitas y con el dedo en alto, advertí:

― Te pasaste de la raya. Una cosa es traer a alguien y pasar una noche tranquila, otra, zarparte como lo hiciste ayer. Me sentí muy incómoda, Matute...–le pestañeé con insistencia, con el puñal haciéndole palanca a mi corazón.

― Tenés razón. Perdón –él se mostró comprensivo –. No va a volver a pasar.

― Tampoco digo que no traigas a nadie, pero...

― No, Mani. Tenés razón –mirándome fijo, me corrió un mechón de pelo para acomodármelo tras la oreja –. Para mí sería incomodo también escuchar lo que puede pasar en tu cuarto...aunque no me molestaría si me invitás –quebrando la tensión, largó, fiel a su estilo irónico.