Inocentes

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Regresé una vez más al Ministerio, a la misma sala de juicios en la que me citaron para hablar sobre el uso inapropiado de magia en un menor.

Ahora ayudaba a encerrar a hombres y mujeres a un lugar peor que la muerte.

Ese día me tocó testificar contra los Malfoy.

Como autómata me dirigí al estrado igual que como lo había hecho ya muchas veces, me preguntaron sobre los crímenes que habían cometido en mi contra igual que todas las veces anteriores.

Sólo que está vez no pude decir las mismas palabras.

Miré por primera vez a la familia rubia atada a esas horribles sillas, se veían horribles.

Pensé en las muchas veces que había visto a esa familia orgullosa, siempre rectos, vestidos con las mejores ropas que el dinero podía comprar y con la cara en alto como si el resto del mundo no estuviera a su altura.

Otra vez las cosas no fueron como siempre, la familia no sólo se veía horrible vestida con esa sucia ropa a rayas que les daban a los prisioneros, se veía vulnerable, juntando sus manos a pesar de las restricciones como si sólo eso evitará que se hundieron en la desesperación.

Mi voz salió por fin de mi boca diciendo algo que nadie hubiera planeado: ellos me salvaron la vida.

-Estuve no sólo totalmente indefenso, sino que además me habían llevado a su casa y ellos no me entregaron, Narcissa me salvo de nuevo mintiendole a Voldemort cuando él le preguntó si yo estaba muerto, sin ellos yo no estaría vivo, sin ellos jamás habría podido matarlo.

Y por primera vez desde que empezaron los juicios de mortifagos declararon a los enjuiciados inocentes.

Héroe Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz