Al fin tenía la edad por la que muchos miembros iniciaros del Sexo Perfecto darían lo que fuese por poseerla.

La edad que daba el inicio a una vida en donde teníamos más derechos y oportunidades.

Yo.

Shane Wintinfield.

La hija de la dictadora Marron Wintinfield había logrado cumplir los 22 años y todos los miembros más importantes del Sexo Perfecto estaban aquí para celebrarlo.

La directora Beatrice Willow, del área medica, la jaeza Evelyn Vandekamp, los doctoras Jocelyn Pride y Lana Benson, también conocidas como las descubridoras de la cura contra el VIH, entre muchas otras celebridades. Incluso la misma Mireya Arnowin estaba aquí. Mirando el domo de batalla como siempre lo hacía, sin dirigirla la mirada a nadie.

Clásico de una mujer que solo quería dinero.

Pero ese no debía ser un problema.

Esto era una fiesta.

Había canapés, música de clásica, bebidas frías, el aire acondicionado estaba en su punto ideal y mi madre sonreía ante cualquier persona que se acercase a ella porque le era inevitable el no hablar sobre el gran futuro que iba a heredar, ahora que solo faltaban tres años para que terminar mi preparación.

Yo tenía que ser la nueva dictadora porque ese era mi destino.

El puesto más deseado por cualquier otro miembro del Sexo Perfecto.

Pero algo no estaba bien.

Yo no creía ser digna de merecerlo porque en mi interior había una extraña fuerza que me agobiaba una profundamente ante una cruda realidad.

No quería ser dictadora.

Lo odiaba rotundamente.

—¡Shane!, ¡Querida! —y mi conciencia no me iba a dejar reposar al tener que oír a la hija de Mireya Arnowin acercase a mi—. ¡Cuánto tiempo ha pasado!

—Hola Riley —tenerla cerca me hacía sentir como sí tuviese ante la presencia de un demonio contemplándome como su alimento— es bueno verte.

—Sí, hace tanto tiempo que no te veía.

—Seis meses, para ser exactos —aunque yo la veía todas las mañanas en la escuela torturando a los Imperfectos que ganaba.

—Como pasa el tiempo. ¿Y qué has hecho?

—Estudiar, ya sabes.

—Ay, sí. Eso es muy pesado, en especial cuando vives sola, pero lo bueno es que ya no va a pasar más.

—Eso lo sé. Mi madre me dijo que vamos a ser compañeras de cuarto.

—Algunos prefieren llamarlo "roomes" —Yo prefería llamarlo tortura— pero va a ser genial. No tienes idea de cuanto nos vamos a divertir.

Esos eran los momentos que me hacían desear tener una botella cerca para estrellarla sobre su cabeza y borrarle esa patética sonrisa fingida que ocultaba el profundo odio que Riley sentía hacía mi persona.

Ella deseaba ser la dictadora y no la líder del área educativa.

Cada día que la veía ella solo me fruncía el ceño o me agredía en vez de hablarme como a cualquiera de las personas que solía llamar "amigas" porque deseaba tanto poder tener mi herencia.

¿Cómo era posible que yo tuviese que compartir toda mi existencia con esta bruja que deseaba tanto ser yo?

No lo sabía.

Riley Arnowin podía ser muy sorpresa.

Y yo no quería jugar ese juego.

Fingi estar de acuerdo con casi todo lo que me dijo en el trascurso de casi dos horas. Me esforcé por mantener una sonrisa perfecta que fuese lo bastante capaz de encubrir la depresión que agobiaba mi corazón, por tener en mi cabeza la condición de continuar el legado de mi madre en lugar de poder elegir lo yo que quería hacer.

Y no volvería a ver a Héctor.

Mi madre podía asesinarlo en cualquier momento ...

Bang...

...como a los otros miembros que no tenían la suerte de poder complacer a sus dueñas.

—¡Ay no! —para Trixie Aarons, la encargada del area de nutrición, ver a un Imperfecto recostado sobre un enorme charco de sangre— ¡Mi vestido nuevo! —solo le hizo pensar —¡Yeahj! —en lo mucho que batallaría por quitar esa manchas rojas, como también— por el amor de Dios quiten ese cadaver antes de que comience a pudrirse —el olor que desprendería.

Y lo peor era que esta vez no tuve la certeza de saber por qué sucedió.

En este tipo de fiestas los Imperfectos se convertían en presas fáciles a causa de los caprichos.

Bang

Y la escena no se iba a tardar en repetir.

—¿Acaso no hay algun Imperfecto que sepa servir una buena champagne? —y yo no dejaría de soñar con esa tortura.

Pistolas repentirse una y otra vez...

Bang

Bang

Bang

...dando con ello el final de otra vida inocente.

"No puede ser así".

¿Por qué la gente era así?

Yo no me sentía capaz de poder darle la honra a mi sexo porque no podía ver a los Imperfectos como sí fuesen simples juguetes.

Ellos caminaban de un lado a otro sirviendo tragos o mirando a sus dueñas con temor al saber que sus vidas peligrarían sí no las complacían.

Bang

Y yo no los podía ver así, porque Héctor me demostró que los Imperfectos también eran seres humanos.

¿Acaso yo iba a poder ser una buena dictadora sí no era capaz de ver a Los Imperfectos como simples bolsas de carne?

Bang


EXPERIMENTOS LOS ORÍGENES, DOMINADOS, Libro 2Where stories live. Discover now