La sintió liberar una de sus manos antes de meterla en medio de sus cuerpos y sujetar su miembro ejerciendo un poco de presión, al menos la suficiente para hacer que Hurs luchará por controlar sus instintos.

—¿Me enseñarías a hacerlo? —preguntó deteniendo los besos de Hurs.

—¿A hacer qué? —preguntó un tanto confundido.

—Lo que a los hombres le gusta —dijo sin inmutarse.

—¿Para qué quieres saber eso? —preguntó incorporándose en la cama.

—Para qué ha de ser —dijo un tanto contrariada.

—No tienes que complacer a ningún hombre —dijo enojado—. No sé para qué quieres saber eso.

—Se supone que tú quieres disfrutar también, ¿debería quedarme acostada nada más? —dijo usando el mismo tono.

Hurs se dió cuenta de que se veía estúpido reclamándole cuando apenas llevaban dos días enrolados.

Se quedó callado unos segundos y después la abrazó para volver a besarla aunque seguía sin agradarle que otro disfrutara lo que se suponía a él iba a costarle.

—¿Vas a enseñarme? —preguntó.

—Siempre he tenido espíritu de docente —dijo escondiendo la cabeza en su cuello.

La escuchó reír y no pudo negar que su risa le gustó.

—No puedo enseñarte lo que le gusta a los hombres —dijo dejando un beso en sus labios—, pero puedo enseñarte lo que me gusta a mí.

—Eso es más que suficiente —dijo Scarlett mientras movía su mano por el cuerpo de Hurs hasta volver a su entrepierna.

Él siguió con la mirada la mano de la chica y observó la manera en que ella la movía por toda su erección.

—Cariño, aunque debo decir que me gustaría mucho darte la primera lección, lo cierto es que tenemos poco tiempo —dijo tomando su mano y dejando un beso—. Tal vez pueda venir por ti un día de estos y llevarte a mi departamento.

—No creo que me dejen salir sola —dijo y agachó la vista.

—Yo me encargo —aseguró dejando un beso en sus labios y haciendo que se recostara de nuevo en la cama.

Scarlett se puso a lo largo de la cama y a Hurs le pareció que se veía sumamente sensual mostrando su desnudez, le pareció encantador verla tan segura al mismo tiempo que la veía como la mujer más dulce y más tierna que conocía.

Se echó a un costado de ella y la besó en la frente, en la punta de la nariz, en cada uno de sus ojos, en las mejillas, en el mentón; besó su cuello lento y pausado y mordisqueó los lóbulos de sus orejas mientras la veía cerrar los ojos y disfrutar las sensaciones.

Examinó con atención sus redondos senos, eran grandes y duros. Tuvo que admitir que se veía preciosa con los pezones erectos y las aureolas color rosa tierno abultadas.

Recorrió con sus dedos la suave piel de la joven mientras repartía pequeños besos.

Su mano se detuvo en medio de sus piernas, justo en su sexo. Hurs la tocó despacio y la vio abrir los ojos.

—Me gusta que me toques —dijo en apenas un murmullo—. Me gusta creer que te parezco linda.

—Eres bella —susurró mientras uno de sus dedos hurgaba dentro de ella—. Eres mi Bella.

Besó y mordisqueó sus pezones mientras sus dedos acariciaban sin delicadeza su clítoris.

Escuchó su respiración acelerarse y poco a poco comenzó dejando besos por su cuerpo hasta su vientre donde se detuvo un momento en el ombligo de Scarlett, lo besó y rodeó con la lengua mientras la veía arquear la espalda.

DOMAR A LA BESTIA (EL CLUB DE LOS DESTERRADOS 2)Where stories live. Discover now