TERRY

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-Y es así Romeo como no puedo parar de llorar por la verguenza que siento...yo....yo.... nunca...- Albert y yo tenemos casi una hora tratando de confortar a Elisa sin éxito alguno, si la culpa fuera una enfermedad, podría asegurar que en la familia Andrew hay una epidemia. A Candy le levantan el castigo mañana y ya sido una suerte maravillosa que las monjas no hayan pensado en quitarle el celular, ahí si que estaríamos jodidos.

-Que tu hermano sea una mierda no significa que tu también lo seas Elisa, para ya por favor estás poniéndome nervioso, Candy y yo estamos bien y mañana le levantan el castigo, para ya, te lo ruego.-digo al borde de la desesperación, me cuesta lidiar con mujeres en general y peor aún con la mejor amiga de mi novia hecha una histeria temblorosa.

-Así es cariño, ahora, tenemos que irnos o correrás con la misma suerte de éstos dos, como va todo Terry?- 

Elisa continua hipando no sé si en verdad se siente mal o es un pretexto barato que al final logra su cometido mientras a Albert le toque sostenerla entre sus brazos, esa chica está volviéndolo loco y él se está quemando por tocarla, justo como yo con Candy, la diferencia entre ambas es que mi chica solo ha sido tocada por mí. Suspiro sonriendo.

-En una semana me retirarán los puntos de la pantorrilla, por el resto no duele tanto, es Candy la que me preocupa, siente mucha culpa aunque afortunadamente para mí, quiere seguir adelante con nuestra relación, no tendría que ser tan complicado maldición, pero es lo que es y yo no bajaré la guardia. Milagrosamente el tal William la apoya al cien por ciento, prometí a papá que no levantaría cargos ante las autoridades, no expondré a Candy a semejante escándalo la tía la mataría. Mañana será su audición y no podré estar con ella, no necesita más presión.- Me revuelvo una y otra vez el cabello estoy ansioso.

-Estoy seguro que el tal William encontrará una solución Terry, tranquilizate haremos que estés en la audición de Candy, a quien quieren engañar? va a quedarse con ese papel, cierto?- Albert intenta contagiarnos de su chispa, seca con ternura las lágrimas de Elisa que se ha quedado muy cómoda entre sus brazos.

-Y ustedes dos...ya se besan?- digo de golpe y sin dudarlo, necesito liberar algo de tensión y que mejor que hacerlo divertido...he cambiado en muchos aspectos pero hay cosas que simplemente no puedo cambiar. Elisa se ha puesto como un tomate y por lo pronto...deja de llorar.

-Terry eres un cabrón-

-Oh, lo dice la chica que el día que me conoció me metió a la recámara de su mejor amiga en medio de la noche?- Albert la suelta y casi la deja caer en el suelo, se sienta derecho mirándome con seriedad.

-Te metes al cuarto de Candy por las noches?-

-Tu no te metes al cuarto de Elisa?- digo alzando una ceja.

-Es muy distinto y no me has respondido- 

-No necesito más drama Albert en serio, relájate pareces su papá- digo despreocupado, sin embargo, a él le incomoda el tema, porqué? Carraspea.

-Dudo mucho que a mi edad pueda tener una hija de casi 17 años...es solo que...-

-....El siempre ha sido algo así como el "Hado Madrino" de Candy y la protege, relájate Romeo...ah, otra cosa, no soy una golfa- Me lo dice de lo más tranquila como si hablar de visitas nocturnas, sexo y todo lo demás fuera un clásico tema de conversación, lo es para mí, pero no para una chica de la alta sociedad por muy estrafalaria que sea.

-Nunca dije que lo fueras Elisa, jamás lo pensaría eres de las chicas más auténticas que conozco- le doy un pequeño apretón a su mejilla y ella sonríe.

-Así es, por eso me encanta- guiñe un ojo Albert.

-Te encanto?- dice Elisa con ilusión genuina y ahora resulta que estoy en medio de una sesión de coqueteo y confesiones mientras mi novia y yo estamos castigados.

Sólo ContigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora