II

56 9 1
                                    

23 Diciembre 2008

En toda España se respiraba un ambiente festivo, muy característico de esas fechas, las calles estaban llenas de luces y adornos navideños, y de los balcones de las casas colgaba Santa Claus y guirnaldas de colores.

Los diferentes centros comerciales permanecían repletos de clientes hasta altas horas de la noche, y eran muchos los viandantes que deambulan por la ciudad cubiertos por capas de ropa para hacer frente al viento helado y a la ligera llovizna que acompañaba la noche.

Una familia caminaba de la mano a lo largo de la rambla; las niñas admiraban las estatuas humanas que entretenían a su público a cambio de monedas y el padre las observaba a ellas, deleitándose del brillo de sus inocentes ojos.

-Papi, papi, papi, papiiii -comenzó la pequeña Mónica a zarandear a su padre en busca de atención.

-Qué pasa pequeña.

-¿Dónde está mami?

El padre esbozó una triste sonrisa y se sentó sobre sus talones para llegar a la altura de su hija menor.

-Mamá está trabajando cielo.

Mónica frunció el ceño y parecía dispuesta a volver a cuestionar el paradero de su madre, pero Anna se le adelantó y llamó su atención señalando a un hombre vestido de Michael Jackson que bailaba en medio del gentío. La pequeña dando un salto de emoción arrastró a su familia a ver el espectáculo. El padre un tanto rezagado caminaba tras sus hijas y juntos buscaron un hueco entre el público para poder disfrutar del espectáculo.

El hombre tenía cierto parecido con el cantante e imitaba sus pasos a la perfección, todo el mundo que se detenía a verlo parecía encandilado por su presentación, todos excepto Anna, quién le dio un ligero apretón a la mano de su padre, para hacerle saber que aún podía contar con ella.

Cuando Anna tenía 7 años y Mónica a penas 2 sus padres recibieron una oferta de trabajo en Holanda, pues la empresa publicitaria para la que trabajan quería abrir una sucursal en otros países europeos y probar suerte, evidentemente no era un empleo seguro así que optaron por dejar a su hija mayor a cargo de sus abuelos e ir ellos con la menor a Holanda. Permanecieron dos años en el país, durante los cuales Anna se vio obligada a mudarse al centro de Barcelona con sus abuelos y estudiar en una escuela distinta. A esas alturas ella no recordaba mucho de la época anterior al viaje de sus padres, y vagamente venían a su mente detalles de su convivencia con sus abuelos paternos, pero estaba segura que en aquel entonces sus padres no discutían tanto como lo empezaron a hacer una vez que regresaron a España.

Durante sus peleas Anna se dedicaba a distraer a su hermana con sus muñecas o le ponía alguna de sus tantas películas, y más tarde optó por encender la play station 2 que les regalaron y hacerla jugar a cualquiera de sus juegos de las Bratz que tanto le gustaban. Una vez que pasaba la tormenta se escabullía al cuarto de sus padres, donde por lo general se encontraba a su padre destrozado, ella se acercaba a él y lo abrazaba, le decía lo mucho que lo quería y le daba un suave beso sobre su mejilla. Todo eso era casi una tradición.

Con el tiempo Anna empezó a desarrollar cierta preferencia hacia su padre, y es que su madre era excesivamente estricta en cuanto a sus estudios. Para los exámenes la hacia estudiar durante horas encerrada en su habitación y después le tomaba lección de lo estudiado. Cuando veía que algo no se lo sabía del todo la mandaba a repasar mientras el resto de la familia veían películas en familia en la sala. En cierta parte a Anna le parecía bien que su madre le hiciera esforzarse al máximo en sus estudio, después de todo era por su bien, pero no podía evitar sentir reproche hacia su madre por privarla de los pocos momentos familiares que tenían a la semana, además que le era imposible no distraerse con sus risas y el volumen de la televisión. Por el otro lado, su padre era más comprensible, él reconocía que muchas de las travesuras que hacia era debido a la edad, de vez en cuando cumplía en secreto sus capricho y siempre que ella hacia algo mal, en vez de castigarla hablaba con ella y le hacia ver sus errores de forma tranquila.

Por eso ella siempre se ponía de parte de su padre en las discusiones, porque conocía el temperamento de su madre y sabía que que sí no le dabas la razón siempre ella se ponía a discutir.

A diferencia de Anna, Mónica siempre fue la niña de mamá, por lo que era comprensible que la niña echara en falta la presencia de su madre esa noche.

Tras deambular a lo largo de la rambla se dirigieron al kfc a cenar, y casi a las diez de la noche regresaron a casa, donde su madre ya les esperaba dormida, sólo que en vez de estar en su cuarto está en la cama de Mónica, igual que las últimas noches. Se despidieron de su padre con un beso y corrieron adormiladas al baño para lavarse los dientes.

Finalmente lista para dormir Anna se encerró en su cuarto y se cubrió al completo con sus mantas. Odiaba no poder disfrutar de las vacaciones de Navidad, y también odiaba que sus padres llevaran tres días sin dirigirse la palabra. Ayer estuvo hablando con su padre y a este se le escapó que cree que su mujer lo engaña, la noticia le estuvo rondando la cabeza desde entonces casi sin dejarla dormir. ¿Qué pasa si sus padres se acababan divorciando? No es como que le molestara mucho, bueno por supuesto que no le gustaba la idea pero dado el estado en el que se encontraban sería lo mejor, lo que le preocupaba era con quién se quedaría ella. No quería dejar a ninguno de sus padres sólo, pero sabía que era imposible partirse y estar con ambos a la vez. Casi todas sus amigas eran de padres separados, así que no debía de ser tan malo, pero todas ellas vivían con sus madres ¿podría ella vivir con su madre?

El sólo pensar en eso la hizo sentir horrible ¿qué clase de hija podría considerar vivir con su madre como algo malo?

El sentimientos de culpabilidad la invadió fuertemente y se vio obligada a ahogar el llanto que se le escapa contra su almohada, no sabia qué hacer y tampoco tenía a nadie con quién hablar, todas sus amigas estaban de vacaciones y su hermana era muy pequeña como para cargar con la posible separación de sus progenitores, lo único que le quedaba era esperar y tratar de fingir que nada pasaba, en las que podían ser, las peores Navidades de su vida.

Comfortably NumbWhere stories live. Discover now