—Tranquila —siguió Max.

—Carismática —continuó Maddox.

—Dulce —finalizó Parker antes de enfilar a la salida.

   Melina le miró pero no dijo nada antes de que los tres amigos se quedaran mirando la escena.

   Decidieron hablar de nuevo del tema del hijo de Hurs en el que Maddox se mostró en la misma postura. Afirmaba que lo mejor era la prueba de ADN y que después decidiera que hacer pero que antes debía tener la certeza de que era suyo.

   Hurs creía que era suyo y que la prueba solo daría como resultado que sí era su hijo, aún así no sabía qué haría al respecto y cómo lo solucionaría.

   Espero a que su amigo volviera y una vez Parker apareció esperaban que dijera algo pero solo se sentó y no ahondó en absoluto.

   Melina lo observaba desde su lugar pero él parecía que no estaba dispuesto a dar ninguna explicación.

   La vieron levantarse enojada y salir de ahí sin más dando un portazo.

—¿Por qué nadie da porrazos en la oficina de Max o la de Parker? —dijo ofendido—.  Van a terminar por dejarme sin oficina.

   Maddox comenzó a reír antes de mirar a Parker.

—Creo que alguien se va a quedar sin sexo unos días —dijo mirando a su amigo.

—Entonces la viste anoche después de dejarme en mi departamento —aseguró Hurs—. Que hijo de perra infiel eres. Ya no se puede confiar en los hombres.

—Todos son iguales —dijo Max.

—Se le pasará —dijo con indiferencia mirando a Maddox—, la vi pero no para lo que te imaginas, solo le jugué una broma y se enojó es todo. —Esta vez miró a Hurs—. Y no no soy igual que los demás.

   Su amigo Max enarcó una ceja antes de reír.

—Salió más brava que Melina —dijo divertido.

—No voy a hablar de Lydia ni de mi vida así que dejen de ser tan preguntonas, parecen vecinas alcahuetas. —Finalizó el tema.

   Dejó dicho a Hurs cuando saldrían por su hija y abandonó la oficina.

   Salieron tras él para ver si buscaba a Melina pero ella estaba sentada en la buhardilla mirando hacia la calle.

   Parker la miró y contrario a lo que pensaban solo siguió su camino hasta su oficina sin detenerse a verla.

   Hurs miró a Melina, ni lucía triste, tampoco contenta, lucía como siempre, estoica, sin un ápice de sentimientos pero en el fondo él dudaba un poco que tuviera el corazón de piedra como parecía.

  Más bien creía que en el fondo era como todos solo que jamás se atrevería a decirlo en voz alta y mucho menos a decirle algo a Parker. Le debía demasiado y lo estimaba más allá de la lealtad. Jamás haría nada que lo enojara, lo vulnerada o lo lastimara.  

   Si no lo quería lo cierto es que lo estimaba mucho.

   Vio a sus amigos dispersarse y fue a sentarse a lado de ella.

—¿Estás bien? —preguntó y ella sonrió.

—Siempre estoy bien —dijo como única respuesta—. ¿Tú?

—No mucho, ya sabes, el infierno personal —respondió con una media sonrisa—. A veces pienso que personas como nosotros no debimos nacer.

—Nacimos y eso no se puede cambiar —dijo recostando su cabeza en su hombro—. Ya estamos aquí Hurs, solo debes aprender a sortear las dificultades.

DOMAR A LA BESTIA (EL CLUB DE LOS DESTERRADOS 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora