Aprender a quererte

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Cualquiera diría que el clima era excelente, un día perfecto para salir a divertirse y dar un paseo, sin embargo eso no era lo que el conductor de aquel vehículo pensaba en ese momento.

–Odio las mañanas –se quejó malhumorado el hombre camino a su trabajo -cada maldito día es peor que el anterior –dio un bostezo –si ella me vieran, se burlaría de mí y diría que estoy loco –esbozó una leve sonrisa al recordar a la dueña de su corazón

Sin embargo un pitido le sorprendió, el semáforo enfrente estaba en verde indicándole que tenía que avanzar, los insultos no se hicieron esperar, miró por el retrovisor, maldijo por lo bajo y continuó con su trayecto.

Claro que existía una razón para que el hombre se encontrara furioso, no solo era el hecho de que su novia viviera lejos o la enorme carga de trabajo que se le había presentado a últimas fechas, sino que la última vez que se vieron terminaron peleados por culpa de su "adorable" cuñada.

Estacionó su auto, sacó su teléfono móvil y miró la fotografía de su novia, esbozó una leve sonrisa, negó con la cabeza y guardó su celular.

Ahogó un suspiro, era consciente de que su actitud indiferente y pésimo carácter podrían provocar que el cualquier momento su querida Izzy se alejara de él, especialmente desde su última discusión. Pero él no tenía la culpa, había sido la entrometida de su cuñada, esperaba con ansias que su hermano menor la abandonara, porque ese mismo día haría una fiesta.

Aspros era un maestro en la Universidad, mientras que Izzy era una muchacha que estudiaba en otra ciudad, se habían conocido a través de su mejor amigo Sísifo. Quien había insistido en reiteradas ocasiones que le acompañara en una cita doble con una de las amigas de su novia, Marie; a regañadientes Aspros había aceptado, puesto que estaba harto de escuchar las burlas de sus colegas, que incluso habían hecho correr el rumor entre sus alumnos que se convertiría en un viejo cascarrabias con cientos de gatos. Nadie se burlaría de Aspros, por ello acepto sin pensarlo más, sorpresivamente se encontró con Izzy.

En el instante en que descubrió la figura de Izzy, de pequeña estatura, con esa larga cabellera oscura, sus ojos castaños de abundantes pestañas que le proporcionaban de una mirada hechizante, sintió una corriente eléctrica recorrerle de pies a cabeza.

Si bien en un principio la cita había sido algo incómoda, puesto que Marie le había comentado a su mejor amiga, que Aspros era un hombre con carácter difícil, la joven solo había sonreído con timidez, muriendo por dentro de los nervios.

Esa bella pelinegra logró colarse en su corazón con su dulce inocencia y gentileza que solo se reservaba para sus seres cercanos, porque Izzy poseía un carácter fuerte e incluso con las personas que no conocía. Decir que solo era bella se quedaba corto, para él, Izzy era su mundo.

Pronto en la Universidad habían dejado correr el rumor de que aquel terrible y cruel dios de nombre Aspros, se había ablandado un poco con el toque dulce de una noble y santa diosa, porque no había otra forma de llamar a una mujer que pudiera domar ese agrio carácter.

Pero no todo había sido miel sobre hojuelas en su relación, puesto que una relación a distancia y con diferencia de edades no pintaba como una sabia decisión. Sin embargo Izzy había decidido seguir el ejemplo de su amiga Marie con Sísifo, aunque era consciente de que el carácter de Aspros era completamente distinto, siempre rodeado de rumores de ser un mujeriego, de esos que tiene una mujer diferente cada noche en su cama.

Tal vez en su juventud eso había sido cierto, el amor para alguien como Aspros era algo irrelevante e incluso indiferente, lo más importante para él había sido su carrera y sus objetivos, la compañía de alguna fémina para saciar sus pasiones, más nada serio. Sin embargo Izzy le hizo pensar de forma diferente, comenzó a notarse su cambio de actitud, porque a partir de ese momento se encontraban revisando su teléfono móvil a cada instante para responder de inmediato cualquier mensaje que la pelinegra le enviase; ganándose las burlas de sus camaradas e incluso de su propio hermano, puesto que en un inicio había sido él quien se burlara de Deuteros, porque en su opinión el menor derramaba demasiada miel cuando inicio su relación con esa muchachilla, desde el inicio esperaba que Deuteros recapacitara y dejara finalmente a la que se hubiera convertido en su esposa, puesto que en su opinión no era más que una manipuladora, porque ese matrimonio solo se había realizado por la intervención de los hermanos de esa jovencita, ella había sido la encargada de separar la cercanía que siempre hubieran mantenido los gemelos.

Aprender a quererteWhere stories live. Discover now