Hurs agachó la vista meditando las palabras de su amigo antes de mirarlo de nuevo.

Recordó que cuando le pedía a su hermano que le enseñara, este peleaba con él pero no le decía qué hacer.

Hurs había aprendido a pelear en las calles, aprendió a pelear para no morir o para dejarse morir de una vez por todas. Cuál haya sido el caso, seguía vivo y con todos sus demonios internos.

—Que poco empático —dijo mirando a su amigo.

—Las cosas como son —dijo Parker—. Era tu hermano pero he creído siempre que abusaba de ti y se divertía a tu costa. Tal vez esté equivocado porque no lo viví pero estoy seguro de que no merecías que nadie te violentara.

Recordé la primera vez que nos vimos, la forma audaz de ayudarme a escapar, y la facilidad con la que se colaba por todos los lugares.

—Hace 10 años que nos conocemos —dijo nostálgico.

—¿Esperas que te festeje con un pastel de croquetas? —preguntó riendo—. No voy a hacerlo, están carísimas y tú no me das nada.

—Eres asquerosamente rico —dijo ofendido—. No conozco a nadie más tacaño que tú, Parker.

—¿Vamos por ahí a divertirnos? —dijo tratando de animarlo—. No importa cuánto bromees, sé que estás deprimido, te conozco muy bien, vamos por ahí y que el diablo y el monstruo trabajen una maldita noche en su vida.

—¿A dónde iremos? —preguntó.

—A donde quieras, aplica restricciones por supuesto, los moteles no están entre esos lugares a los que seguramente me quieres llevar —dijo Parker—. Lo siento pero no eres mi tipo.

—Coqueteas conmigo. —Se defendió—. Deja de fingir indiferencia.

Parker comenzó a reír y lo vio caminar hacia su habitación antes de volver con su chaqueta.

Los dos abandonaron el lugar en el auto de Parker y llegaron hasta el sitio favorito del rubio.

—No conocía este lugar —dijo apenas lo vio.

—Te falta mundo —dijo mirando la fachada.

The Castle era el sitio perfecto para un hombre como Parker con sus instalaciones modernas y completamente innovador. El dueño tenía una cadena de clubes pero debía admitir que ese en especial era su favorito, no solo por el servicio sino porque era temático y le recordaba su hogar.

—El dueño es un tipo simpático —dijo una vez entraron y Hurs veía alrededor—. Y tiene una hija preciosa.

—Eso sí que me interesa —dijo risueño—. ¿Qué tan preciosa?

—Mucho —dijo mientras eran guiados a una mesa—. Se llama Lydia, tiene mi edad, es la única de cuatro hermanos y es soltera.

—Y supongo que eso lo supiste por casualidad —dijo y Parker rió.

—No, no lo supe por casualidad —dijo divertido—. Tuvimos algo pero no funcionó.

Hurs observó a su amigo que sin más se acomodaba.

—¿Y su padre lo supo? —preguntó—. No me imagino a un hombre permitiendo a su hija con un novio como tú.

—Eso es porque no conoces a su padre —dijo mirándole—. Yo estoy en pañales frente a él.

—¡Por Cristo! Nos están invadiendo —dijo Hurs—. Quiero ver a tu ex chica.

—Está justo allá al lado de su padre —dijo señalando con la vista.

DOMAR A LA BESTIA (EL CLUB DE LOS DESTERRADOS 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora