№O5

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Dejar que corra el tiempo y disfrutar. Él es espléndido.


A Hyunjin le gustaban más las noches, cuando ambos estaban en la misma cama, bajo las mismas sábanas, en la oscuridad.

Jeongin se removió un poco para rodear a el rubio con sus brazos y descansar su cabeza en el hombro contrario. Sonrió dichoso, frotando su mejilla en la tierna tela del pijama de Hwang.

Se preguntó cuantas veces más podría hacer aquello.

—El tiempo se va. Aveces pienso que tendría que ir apurado, sacarle el máximo partido a lo que queda. —habló aspirando el dulce perfume de Hyunjin.

El rubio tensó su cuerpo por la ligereza con la que lo había dicho. Él no creía ser capaz de decirlo sin que su voz temblara o fallara de alguna manera. Le daba miedo. Le causaría casi un ataque de pánico, a decir verdad.

—El mundo es hermoso...

—Odio éste mundo, Jeongin. —el castaño lo miró con los ojos desmesuradamente abiertos, sin dar crédito a lo que acababa de escuchar. Hyunjin no solía tener esa forma de pensar. —Lo amo por ti; pero lo odio por todo lo demás. —Hwang sonrió, confundiéndolo al escuchar profunda tristeza en su voz.

Jeongin se sentía de alguna manera responsable. Creyó tontamente que el mayor se conformaría con mudarse en el mismo departamento y pasar juntos todo el día, toda la noche, por un corto período.

—Crearemos nuestro propio mundo. Sin tiempo, sin enfermedades. —acarició su mejilla, mientras apoyaba todo su peso sobre él.

La respiración de Hyunjin se cortó y su corazón se aceleró. Con un movimiento suave, giró su rostro hasta poder encarar al menor.

Sutiles lágrimas caían por sus mejillas, haciendo sus ojos brillar y viéndose precioso ante los ojos de Jeongin, quien tragó duro y esperó paciente a lo que estaba por decir.

—Jeongin... —el mencionado se estremeció por lo débil que fue su llamado. Tomó las manos del rubio cuando éste intento secar las lágrimas.

—No te avergüenzes de llorar. Sanará con el tiempo. Lo prometo. —susurró aquella promesa como si de un secreto se tratara y sonrió para calmarlo, sintiendo como sus propias mejillas se humedecian.

Hyunjin no podía retener las lágrimas, ni siquiera cuando vió al menor llorar con él. Tenía la angustiante sensación de que la vida se le estaba escapando a él también, como si sus venas se hubieran abierto y no pudiera detener la sangre. Además, que el menor dijera todas esas cosas no le ayudaba.

—Te propongo algo; permanecer juntos el tiempo que nos queda. Reunirnos al final. —habló subiendo un poco su mano para acariciar la suave piel de su mayor y quitar algunas lágrimas.

Hyunjin rió bajito por lo alegre que pasó a ser su voz de un momento a otro. Así que, ignorando la presión en su pecho, decidió seguirle el juego. —¿Reunirnos? ¿Dónde?

Jeongin volvió a tomarlo de la mano y no le hizo falta más. Le alcanzaba para sentirse acogido. Más que besarlo, más que el sexo, más que ninguna otra cosa. Él le daba la mano y eso era amor.

—En las estrellas. —su rostro se iluminó y el rubio sonrió pasando el dorso de su mano por debajo del suave cuello de su novio. —La segunda estrella a la derecha, todo recto hasta el amanecer. —susurró jalando de las sábanas hacia arriba para cubrir su cabeza.

Hyunjin hizo lo mismo y una vez ambos escondidos bajo las mismas sábanas, acunó sus mejillas delicadamente y junto sus labios.

De pronto tuvo consciencia de que ese momento, de que esa actividad tan cotidiana, era su grado máximo de bienestar, era su dicha.

Al romper el beso lo rodeó con sus brazos, abrazándolo lo suficientemente fuerte sin llegar a lastimarlo y así se quedaron hasta que Jeongin se durmió.



Acmé ⇔ HyunIn Donde viven las historias. Descúbrelo ahora