- ¿Qué quieres decir?

- Vamos, Granger, se supone que eres lista.- Mencionó el chico con sarcasmo.- Nunca salís a pasear, no te ha llevado nunca a cenar a un restaurante ni a tomar un simple helado... ¿Ese detalle no te hace pensar en que hay algo raro en todo esto?

- ¡Cállate, Malfoy!- Ordenó la castaña con un grito.- En primer lugar, deja de insultar a Jer de una vez. Y en segundo lugar, tú no tienes ni idea de cuál es su situación. Tal vez tenga motivos para hacer lo que hace. Y seguro que no son los que tú estás pensando.

- ¡Por favor, Hermione!- Exclamó el rubio, atónito ante la testarudez de la Gryffindor.- No puedo creer que todavía lo defiendas. ¿Tan enamorada estás que te has vuelto ciega?- Preguntó dolido por ver a la chica tan colgada de ese doctor de pacotilla.

- ¿Y qué si así fuera?- Preguntó desafiante.- No es asunto tuyo.- Agregó cabreada. A pesar de la discusión que estaba teniendo con el chico, no había pasado por alto el hecho de que él la había llamado por su nombre y no por su apellido, como siempre había hecho hasta ahora.

- Tienes razón, Granger.- Dijo entonces con voz apagada.- No es asunto mío.- Concluyó sentándose de nuevo en el sofá, reanudando la lectura que tenía a medias, y dando por finalizada la acalorada conversación que había tenido lugar.

Por un momento, Hermione se sintió culpable de haberle hablado así a Draco. Después de todo, él solo estaba preocupado por ella. Pero en ese momento no tenía ganas de sentirse mal por nada ni por nadie. Ya era bastante malo que Jeremy la hubiera dejado plantada en Navidad, como para tener que pensar en los sentimientos de Malfoy.

Por otro lado, había otra cosa que la tenía desconcertada, y era que el rubio la había llamado Hermione. En el momento en que su nombre salió de los labios del Slyhterin, sintió como si un escalofrío recorriera su cuerpo. Se le había hecho realmente extraño escucharlo, pero al mismo tiempo le había encantado oírlo. Aunque estaba convencida de que él ni siquiera se había percatado de haberlo dicho, seguro que tan solo lo había pronunciado a causa de los nervios provocados por la pelea.

¡Qué estúpida!- Se reclamó con un pensamiento. ¿Cómo podía pensar en algo así en un momento como ese?

- Voy a dormir.- Anunció, marchándose a su cuarto.

No era que tuviera sueño, de hecho dudaba que pudiera conciliarlo tras la discusión que había tenido con Malfoy, pero tras lo ocurrido no le apetecía en absoluto permanecer con él en el salón, de modo que le pareció la mejor opción.

Apenas habían trascurrido un par de minutos desde que la chica anunciara que se iba a dormir, cuando una lechuza -que Malfoy reconoció como la de Potter-, empezó a picotear la ventana.

El rubio se levantó del sofá, dejó entrar al animal y cogió la carta que llevaba entre sus patas.

- ¿No piensas irte?- Preguntó de muy mal humor, viendo que el ave no parecía dispuesto a marcharse. Parecía que culpara al bicho de la discusión que había tenido con la joven.- Ella no puede contestarte ahora, estúpido pajarraco, así que lárgate.- Concluyó empujándolo fuera y cerrándole la ventana en las narices. Ante este gesto el animal pareció comprender que no obtendría una respuesta inminente y se marchó.

Sabía que no debía hacerlo, pero sentía tal curiosidad por lo que el moreno le había escrito a la castaña, que no pudo evitar abrir la nota y leerla.

"Hola, Hermione, ¿qué tal estás? Espero que bien. Ya sabes que mañana es Navidad, y te escribo porque a Ginny y a mí nos encantaría que vinieras a cenar a casa. También están invitados Ron, Monique, Luna y Neville. Ojalá aceptes y podamos vernos todos, ya que no podemos reunirnos desde hace meses. Si tienes otros planes no te preocupes, haz lo que tengas que hacer sin compromiso. Esperamos tu respuesta. Un abrazo enorme de parte de los dos.

Amor SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora