Cada noche es un recordatorio de que ya no estás aquí conmigo, cada desilusión me hace recordarte, y pensar que no tengo con quien llorar cada corazón roto, y que no me juzgue.
Te extraño, te extraño como no tienes idea. En aquellos días no hiciste tanta falta, me comenzaste a doler cuando me enamoré por primera vez, cuando comencé a crecer y necesite un mejor amigo que me apoyara.
Sabes que soy una niña muy orgullosa, siempre me lo dijiste, pero te juro que se me borra ese ego al llorar por ti, porque tú eras el único que sabía entender a esta persona de mierda.
He hecho tantas cartas para ti, para aquella ausencia que me dejaste. Tantas que estoy segura de que no es la primera ni la última carta para aquel que fue mi mejor amigo.
Quisiera reír de nuevo junto a ti, contarte del amor que siento, decirte cuán tierno es él, y que tú te pongas tan celoso que me levantes esa ceja derecha. Me encantaría poder contarte cada uno de mis sueños, de mis sentimientos y que tú siempre estuvieses ahí.
Estas cartas me ayudan a desahogarme un poco, pero lastiman porque sé que jamás las leerás. Duele saber que de aquí no saldrán.
Herma, sé que amarías cuando yo te acosara y hablara sin parar de mis libros, de lo que pienso escribir, y cuando te dijera que estaba enamorada de un personaje te rieras, pero igual me pedirías su descripción.
No me había dado cuenta del daño que me hace pensar en ti, aunque suene estúpido, hoy es el día que más te extraño. Y por cierto, felices 15, ya estás hecho un hombre.
Es inexplicable lo que se siente este vacío, esa falta que me haces ni tiene nombre. Eres lo mas grande que tengo, eres el recuerdo más lindo y a la vez el más triste que mi corazón y mi memoria cargan.
