Capítulo 1. El regreso

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Ese día por la mañana Janos esperaba a Zui en un tocón junto a un grupo de humanos, a los pies del árbol de penterescos donde el anciano maestro profetizaba al duodécimo bebé que había sido concebido esa prolífica estación.

Eran tiempos nuevos en el Valle de Nui.

Y es que muchas cosas habían cambiado en la Colonia, empezando por el hecho de que él mismo estuviera ahí. La ordenanza había sido reformada para admitir duales dentro de la comunidad, permitiendo que él tomara la función de aprendiz y auxiliar del Gran Maestro de la colonia, aunque a veces, Janos se veía más a sí mismo como un simple transporte para el anciano y agotado Zui.

Lo cierto era que su curiosidad y cuestionamientos sobre la naturaleza de Mia, habían motivado una gran cantidad de reflexiones y cambios en la mente de Zui que derivaron a la larga, en la suspensión de secciones enteras de los Libros de la Vida.

Como por ejemplo, ya no se le daba más remedio de musis a las mujeres embarazadas, lo que produjo una altísima tasa de concepción entre las parejas mixtas, a comparación de las puras, que tuvieron apenas un par de embarazos.

Finalmente, Zui entendió que la medicina estaba bloqueando el propio proceso de simbiosis de su raza con el entorno y la consiguiente adopción a un nuevo modelo de supervivencia basado en Teross, como lo había demostrado la misma Mia cuando anexó a Sombra a su vida.

Eran momentos inciertos que llenaban de dudas a Zui, por haberse atrevido a violar las normas dictadas por sus predecesores en los Libros de la Vida. Pero lo aceptaba, pues entendía toda esa incertidumbre y confusión como lo que era, una pura y completa manifestación del profundo cambio que se estaba suscitando.

Y aunque Janos no lo aceptara, era en gran parte su influencia y presencia la que le habían infundido valor a Zui en tan drásticas e importantes decisiones dentro del devenir y futuro del Valle de Nui.

Así que mientras Zui continuaba con su tarea de profetizar a los nuevos integrantes de la colonia, Janos se permitía divagar obsesivamente en la conversación que había tenido con su maestro días antes de que este partiera junto con Qui a la Ciudad Blanca, en una visita periódica. En aquella conversación, Vardei había sido muy claro con él, dejándole saber que no debía quedarse así, pasivo. Tenía que volver e ir por Mia, lo quisiera o no.

Le recordó que los duales debían estar juntos si querían que su vida y poder no se esfumara, pero como las veces anteriores y a pesar de la ominosa advertencia, Janos decidió quedarse y no acompañarlos.

Él iba a esperarla el tiempo que fuera necesario, así lo había acordado con ella y su decisión se mantendría por tanto tiempo como su chispa vital le permitiera. Curiosamente, tras la separación no sobrevino nada malo y progresivamente Janos se adaptó a su condición en solitario, llegando incluso a manifestar una muy superior conexión a distancia con Mia, al grado de casi poder percibir lo que hacía, si es que se lo proponía.

Esto fue inesperado y nuevo entre los duales normales cuyas uniones requerían forzosamente la convivencia y cercanía física constante para mantener su fuerza y poder. Pero nada había sido normal en la unión entre Mia y Janos. Cada aspecto era nuevo y representaba un constante descubrimiento para Zui.

Con todo, aquella orden de Vardei le había dejado un sabor diferente, como a mentira. Su maestro era pésimo en esas artes y lo demostraba con creces cada que lo intentaba.

El problema era adivinar cuál era la verdadera razón por la cual había sido tan enfático. ¿Un problema en la Ciudad Blanca tal vez? Algo debía estar suscitándose que hacía que él considerara que convenía su regreso.

Cansado de darle vueltas al asunto, decidió no quebrarse la cabeza y confió en que la maestra Qui se encargaría del mayor beneficio de Mia, implicara lo que implicara. Eso lo daba por hecho y le tranquilizaba.

Un llamado desde lo lejos le alertó de la llegada de la correspondiente comitiva y cargamento procedentes de la Ciudad Blanca. Estas visitas habían trastornado para bien la actividad de la pequeña comunidad de elfos y humanos que disfrutaban enormemente la venida de sus nuevos aliados, junto con las maravillosas y deliciosas cosas que traían cada vez.

Pan, comida, postres, herramientas, tejidos, utensilios y nuevos medicamentos eran algunas de las muchas mercancías que ahora circulaban hacia la Colonia, producto de los cargamentos de musis, maderas, textiles y pieles que se llevaban del valle.

La vida de ambas comunidades se había enriquecido sustancialmente al punto de poder afirmar que habían desaparecido las carencias entre los más humildes de sus pobladores y en buena parte, Janos sabía que se lo debían a Mia. Ella se había encargado personalmente de cambiarlo todo y a todos.

Efectivamente, tan pronto se incorporó, pudo ver la comitiva que ya comenzaba a verse rodeada de elfos y humanos mientras la maestra Raura se encargaba de controlarlos y organizar el descargo de las carretas y el consiguiente uso y almacenaje de las mercancías.

Y ahí estaban, junto a la carroza que transportaba a los visitantes eventuales del reino vecino: Vardei y Qui. Curiosamente los notó más tensos que de costumbre.

Su actitud protectora revelaba que algún miembro importante había venido esta vez o miembros, pues al abrirse las puertas, tres figuras perfectamente reconocibles bajaron de ella.

Eran Lord Alerek, Teu y la princesa Belil. Sin poder evitarlo, su boca torció un gesto de decepción al ver que tras la princesa se cerraban la puertas del carruaje, borrando una vez más su esperanza de ver a Mia descender del transporte.

Bajó la mirada y suspiró profundo, sentándose de nuevo sobre el tocón, al lado de la sillita confeccionada con ramas de palmera de kiobos, sobre la que transportaba en su espalda al maestro de la Colonia hasta las encumbradas moradas de los elfos.

Una silueta a su lado lo sacó de su decepción. Era una figura pequeña, envuelta en una gruesa capucha de elfo negro, como la que indicaba la ordenanza antes de que todo cambiara en la Colonia.

No supo que decir pues ya no se usaban, habían sido desechadas por representar dolor y pena hacia las nuevas generaciones de elfos como Mia.

¿Por qué la usaba? ¿Qué hacía ahí frente a él?

La figura permaneció quieta, observándolo desde la clandestinidad de las sombras, como esperando ver alguna reacción de parte suya. Cuál sería la cara de desconcierto de Janos que la figura se compadeció de él y se bajó lentamente la capucha para revelar su rostro.

Un mechón de cabello negro como la noche que adornaba un perfil afilado y unos ojos grandes, alegres y raros le hicieron saltar del tronco en el que reposaba para abrazar y levantar por los aires a la espigada figura que estalló en una alegre risa eufórica llena de vértigo por los giros.

¡Era ella, era Mia!

Su templanza y paciencia habían sido premiadas.

Tras una espera que se había sentido como eterna su dual había vuelto a la Colonia... y a él.

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⏰ Laatst bijgewerkt: Feb 26, 2019 ⏰

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