Capítulo 1: Mudanza

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La vida da cambios inesperados cuando menos te lo esperas, cuando menos lo quieres

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La vida da cambios inesperados cuando menos te lo esperas, cuando menos lo quieres. A mí me tocó irme en mi último año de preparatoria, lo cual detesto con todo mi ser. Mientras ayudaba a bajar las cajas de mudanza, no pude evitar soltar un suspiro de frustración. Soy de las personas que una vez que se acostumbran a un cambio, volver a lo mismo le da rabia. Es decir, no me molesta tener que volver a mi ciudad natal, pero si el tener que empacar mis libros, mi ropa, mi patineta, entre otras cosas. Si eso fue malo, lo peor fue que tuvieron que vender parte de mis cosas. Entre esas cosas tuve que vender... No puedo ni pensar en ello sin soltar lágrimas. Sé que muchos pensarían que es materialista, pero trabajé mucho por eso para tener que vender mi auto.

Observé a mi padre, Edward Rogers, estaba bajando las cosas mientras hablaba por teléfono. Era un hombre alto, de ojos verdes, cabello rubio casi castaño, alto, de tez blanca con una tenía barba de tres días. Es lo mismo siempre, el trabajo es más importante. El trabajo siempre será más importante. Por un demonio, ni mudándose puede dejar el maldito teléfono. Él parece que sintió mi mirada y yo volteé a coger otra caja del camión. No estoy molesta con él por eso, pero vamos nos estamos mudando.

La nueva casa era linda. Tiene dos pisos, de color blanca y un color crema claro. Al lado derecho está un enorme garaje para los autos, un jardín frontal y uno trasero. Tiene una terraza en el techo, un balcón en la primera planta y un mini balcón en una de las habitaciones-la mía. Sin embargo, creo que es demasiado grande para nosotros cuatro. No importa cuantas veces mi padre diga que así es la casa digna de un Rogers, no dejo de pensar que es una exageración. Aunque técnicamente no es nuestra.

- Oye tú, la de la caja. ¿Qué esperas? –dijo la voz de mi tío Maximiliano.

El tío Maximiliano Rogers, alias Max-dueño de la casa-es el hermano de mi padre. Se parecía mucho a mi progenitor, a excepción del cabello que era castaño y que no tenía barba. Además, claramente se veía mucho más joven que el vejestorio de mi padre. Aunque tiene 40, pero eso no viene al caso. Otra diferencia es que su cabello es negro, muy sedoso, y algo largo. Es una gran persona y lo extrañé mucho, aunque no lo demuestre.

Con mi poca fuerza-debido a todas las cajas que he bajado-bajo la última y la pongo en la puerta para que mi tío la lleve hacia mi habitación que está en segundo piso. Por mi parte, me dirijo a mi habitación para empezar a desempacar y organizar mis cosas, más hacer una lista de lo que me falta. Al entrar está el recibidor, es algo pequeño, según mi padre, pero yo lo encuentro acogedor. Es lo único que se siente así en esta casa. Las escaleras se encontraban a la derecha, y había tres pasillos: uno hacia la cocina y el comedor, otro hacia la sala y otro hacia las habitaciones de este piso, que eran el despacho de mi tío, y dos cuartos de huéspedes. En unas de las paredes veo una foto de nosotros cuatro, y un sentimiento de nostalgia me invade.

Chica Mala Buena (RE ESCRIBIENDO Y EDITANDO)Onde as histórias ganham vida. Descobre agora