Miles de fotogramas con Miriam y Nerea recorren mi cabeza. En la Albufera de Valencia, la vez que Miriam se sacó el práctico y se liaba con las marchas, en las Fallas, el concierto de Crystal Fighters, en la Alhambra, los atardeceres en Santiago, en Pirineos, en nuestras casas, las mil películas, las noches de fiesta, las visitas sorpresa con helado cuando lo dejé con mi ex...

Y le abrazo. Y me pongo a llorar. Me siento súper egoísta y mi corazón se deshace cuando noto a Miriam con su hipo de llorar, que solamente le da cuando está muy triste. Y le rodeo más fuerte.

-Os quiero mucho... De verdad, os quiero mucho. Y lo siento... – le digo contra su pelo.

-Me siento mal queriendo que vuelvas a Madrid, porque sé que eres feliz allí. ¿Lo eres verdad?

Yo susurro un "sí" bastante tímido, temiendo decir la verdad y que le duela, acariciando su cabeza, aún juntas en un abrazo intensísimo.

Ella me aprieta y susurra un "te lo mereces" entre sollozos. Nos separamos y le seco las lágrimas. Miriam me sonríe tímidamente y me coge de la mano.

-Lo siento por eso... - dice señalando mi cigarro a mitad en el suelo. – Sé que te molesta mucho.

Y la risa se nos junta con el llanto y nos convertimos en dos niñas tontas en medio de un patio frío de un hospital, una situación de todo menos habitual. Le aprieto la mano y veo su sonrisa sincera mojada en lágrimas.

-Estás cogiendo frío en los riñones seguro, anda ve dentro. – le digo acercándola a mí para darle un último abrazo. Y eso que nosotras no éramos casi de abrazos. Pero ella lo agradece y lo noto. Su respiración pesada me da ganas de llorar. Miriam es lo mejor que tengo. ¿Verdad?

Madrid me había cambiado mucho y temía no saber diferenciar si tenía las mismas prioridades.

Punzada en el pecho.

Se aleja poco a poco abrazándose a sí misma y dejando un rastro de vaho. En la puerta se detiene y se gira.

- ¿Y Mimi? – me pregunta, con los ojos brillantes. Y no sé qué responder.

Mi corazón se acelera sin querer y sonrío como una idiota. Levanto los hombros y tuerzo la boca y como respuesta obtengo la risa de mi amiga.

Se despide de mí lanzándome un beso y hace carantoñas al otro lado del cristal hasta que desaparece por el pasillo.

Suspiro y me siento en el suelo congelado, aún con ganas de llorar y sin mirar a ningún lado, con la cabeza en mil millones de cosas a la vez. Ni siquiera pienso en el cigarro a mitad que sigue en el suelo reclamando mi atención.

Esto tenía que cambiar, tenía que hacer algo. Tenía la oportunidad perfecta para hacer que mi vida volviera a ser lo que era, recuperar a mis amigas y volver a mi esencia. Aunque eso último estaba en proceso. Madrid había sido una terapia perfecta para mí.

No sé el tiempo que paso divagando, pero el móvil me saca de mis nubes.

Llamada entrante de Ricky

Mi corazón empieza a correr una maratón y pulso el icono verde de manera torpe.

- ¿Ana?

- ¿Qué pasa, Ricky? – el sonido de la música de fondo hace que me tape el oído izquierdo para poder concentrarme en el hilo de voz al otro lado.

-Es Mimi...

Y en cuanto pronuncia con delicadeza esas dos sílabas me levanto de un salto. Él sigue.

-Se ha encontrado con su ex y se ha bloqueado, no sabemos qué le pasa... Ana, te juro que nunca la había visto así... Mira, además voy súper ciego y no soy la mejor ayuda para ella, pero es que no para de llamarte.

Desprevenida - WarmiWhere stories live. Discover now