Capítulo 02: Regalos

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La misma hora, el mismo lugar.

Pero una situación diferente quizás, teniendo en cuenta que era el Día de San Valentín. Ni Peter había dejado de pensar en Tony, ni Tony en Peter. Ninguno de los dos lo sabía, claro está. Después de todo, ¿qué eran? Si apenas llevaban un día de conocerse y, sin embargo, parecía que habían estado esperando la vida entera para encontrarse el uno al otro.

Peter subió al autobús, saludó al chofer, pagó su boleto y se sentó. Dos cuadras más adelante, Tony subió al autobús, saludó al chofer, pagó su boleto y se acercó a Peter.

—Buenos días.

—Buen día.

Peter desvió la mirada cuarenta y siete veces en dos segundos. Se sentía ridículo el no poder sostenerle la mirada sólo para saludarlo.

—Te veo ligero, ¿no tienes clases?

—Sólo tenía que entregar un trabajo, pero mi compañero de grupo lo hará por mí.

—Eso quiere decir que estás libre.

—Básicamente, pero... ¿tú no tienes que ir a trabajar? —le preguntó el muchacho al darse cuenta del usual traje que Tony siempre vestía.

—No, puedo reportarme enfermo. Entonces, ¿qué te parece si nos bajamos de este autobús? —dijo Tony, emocionado. Peter no recordó si le dijo que sí o que no. Él simplemente lo siguió, como si fuera un imán—. No estamos muy lejos de mi casa.

La casa de Tony era un pequeño departamento en el centro de la ciudad. No era demasiado pequeño, pero tampoco demasiado grande, tenía el espacio ideal para una persona sola. Apenas entraron, él empezó a agarrar la ropa que estaba tirada y la llevó corriendo hasta su cuarto.

—No esperabas personas, ¿cierto? —le preguntó Peter. Él le sonrió a modo de respuesta.

Encendieron el televisor, bebieron café, y Tony se peleó varias veces con la estufa nueva que había comprado semanas atrás.

—Juro que suele comportarse.

Peter le sonrió y volvió su vista a la pantalla. En ella, una pareja se besaba luego de haber sido entrevistada por el tema del día.

—Es San Valentín —murmuró.

—¿Qué?

—No, nada —Tony se sentó a su lado en el sofá. Peter empezó a ponerse algo nervioso—. ¿Me... Me disculpas? Voy a llamar a mi tía. Le dije que iba a pasar a la escuela y volvía, pero debe estar volviéndose loca por no estar atendiendo sus llamadas en casa.

—Seguro. Bajo a comprar algo en la pastelería, ¿te parece?

Peter asintió efusivamente y esperó a que Tony se fuera. May no iba a enojarse –sí por estar en casa de un desconocido, pero, ese era un dato que podía omitir-, sin embargo, le envió un mensaje para que esté tranquila. Lo que le preocupaba más era el extraño sonido de su corazón cada vez que Tony estaba cerca suyo. May le había comentado cómo había conocido a Ben, que había sentido algo parecido a un flechazo, pero no esperaba que a él le ocurriera lo mismo.

—San Valentín —repitió, sintiendo automáticamente sus mejillas ardiendo cuando la imagen de Tony cruzó por su cabeza. La puerta del departamento se abrió, dando paso al dueño del lugar. Peter se lo quedó mirando hasta que dejó una pequeña caja de color rojo con un lazo en blanco frente suyo.

—Feliz día —le dijo.

Peter pestañeó varias veces antes de agarrar el paquete entre sus manos y admirarlo con miedo a arruinar el moño que alguien más había armado.

—¿Qué es esto?

—Si te lo quedas mirando así, nunca vas a saberlo —bromeó Tony, lanzándose a su lado—. Vamos, ábrelo.

Era una galleta rellena en forma de corazón. De color rojizo, el relleno de color blanco separaba ambos bizcochos. Peter miró a Tony, sin pronunciar palabra alguna. Él sólo lo observaba.

—Sé que es... impulsivo... pero lo vi y pensé en ti. No pude hacer nada al respecto. Y nunca antes me había pasado algo así.

—E... Está bien. Te entiendo.

—¿Sí? —Tony suspiró sonoramente y aliviado—. ¿Puedo pedirte un favor?

—Seguro.

—¿Me das la mitad?

Pasó la mañana, la tarde y el indicio de que Peter debía regresar a su hogar fueron los colores rosáceos y violáceos del cielo entrando por la ventana.

Habían hablado de cosas variadas, el dolor de Peter por haber perdido a sus padres y no recordarlo al ser un niño pequeño, y la rabia de Tony de tener un padre controlador –su madre había muerto en un accidente, y su padre superó el duelo con rapidez, aunque Tony siempre veía a su padre acompañado, nunca tuvo la noticia de tener oficialmente una madrastra.

—No importa cuántos años tenga, para él siempre voy a hacer un inútil que nunca va a poder superarse.

—Creo que lo harás —la mirada avellana de Peter brillaba gracias a lo que quedaba de sol que se colaba en la habitación—. Tú me dijiste lo mismo. Y creo que no te diste cuenta, pero era como si te estuvieras hablando a ti mismo. Sé que será difícil, pero sé que lo harás, Tony. Confío en ti.

El aludido miró sorprendido al muchacho.

—¿Dónde estuviste toda mi vida? —suspiró, acercándose a él y acariciando su nuca para besar su frente con ternura—. Gracias por haber llegado a mi vida.

All The Stars [Starker Valentine 2019]Where stories live. Discover now