Mémoire

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Mientras acomodaba las cosas en su lugar, más por petición que por gusto, me encontraba en el preámbulo de lo que sería el inicio de un período complejo y hermoso en mi vida. Colgué en el armario mi ropa recién lavada, tendí mi cama y después sonó mi teléfono. La invitación era para ir a un lugar en el que ya había estado, mi reacción inmediata fue declinar, no había muchas ganas y el dinero escaseaba durante ese tiempo.

Era fin de semana y la costumbre era (es) salir a algún lugar a socializar. Ante mi negativa, la insistencia de un amigo, entonces acepté ir, sin expectativas. Recuerdo que todo el camino de ida observé a través de la ventana del taxi y pensé en el crecimiento de la ciudad, en la vida de los transeúntes cuyo rumbo fijo les mantenía concentrados y en la fiesta.

Rock de cochera, una casa grande que se rentaba para eventos, alcohol y mucha gente. Lo primero que hice al llegar fue abrirme una cerveza que había comprado previamente en Santa Elena. Ya adentro, caminé en línea recta buscando a mi amigo entre la gente que estaba alrededor, no tardé en encontrar a Pierre que estaba tocando en vivo en el centro del terreno junto con sus compañeros de banda, me quedé observándolos y apreciando su interpretación hasta que terminaron. Mientras guardaban sus instrumentos pasé a saludarlo y a ayudarle.

Me preguntó indirectamente si había escuchado el cover que tocaron del Rey Carmesí, después de responderle de una manera creativa, como acostumbramos a respondernos en nuestra amistad, me pidió acompañarlo adentro de la casa y me presentó a unos de sus amigos. Ahí estaba ella. Como sucede en el imaginario más dulce del amor, lo nuestro fue a primera vista. Compartimos opiniones y experiencias por horas, mientras la cerveza se consumía al ritmo de la noche, una mirada al fondo de vasos y después un intercambio de reveladores asentimientos. 

Sucedió entonces que nos encontrábamos observándonos, mientras el sol ascendía y el tumulto se había dispersado. Cáliz con espuma y el humo de mi faso, pensé "es curioso que cuando después de unos cuantos días que no van bien, encuentras un pequeño renacimiento dentro de unas horas de fiesta, la cosa va muy diferente"; aunado a esto una música constante y perspicaz que seducía a nuestros cuerpos a moverse a su compás. Pateábamos el balón en medio del terreno.

MémoireWhere stories live. Discover now