Capítulo único

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Dean siempre había tratado de darle lo mejor a Sam, pero culinariamente hablando, los resultados eran, como mínimo, desastrosos. Pero ese particular día del año, debía intentarlo de nuevo aunque no tuviera a nadie cerca que le explicara el paso a paso. Y sobre todo si quería mantener las cosas en secreto con Sam.

Le había pedido a Jack que se lo llevara lejos, que buscara un caso que los mantuviera alejados de su hogar por lo menos por dos días en los que él esperaba convertirse en un maestro en la materia. Con más preguntas que respuestas, Jack accedió a su pedido, y Sam y él salieron a la carretera a cazar a un djinn en un viaje que los tendría de regreso, a más tardar, el jueves.

Era la una de la mañana cuando después de tres posibles incendios en el búnker y el bloqueo automático del mismo que decidió pedirle ayuda a Jody. Cuando la llamada fue atendida al otro lado, no se percató que estaba hablando con Claire, él simplemente vomitó su pedido de ayuda. Las risotadas de Claire todavía resonaban en sus oídos.

—¿Cuán lejos estás de Lebanon, Kansas? —le preguntó el mayor de los Winchesters, viendo su decimotercer intento fallido cayendo dentro del tacho de la basura.

—Tienes suerte que la reunión anual se haya hecho cerca de aquí —respondió Jody una vez llegó al búnker, maravillada y al mismo tiempo sorprendida por el lugar.

—Luego te explico qué es esto —respondió Dean ante la expresión de la sheriff de Sioux Falls—. Ahora, sígueme.

Jody siguió los pasos de Dean hacia la cocina. En una mesada estaban todos los ingredientes, y sobre una mesa no muy lejos de allí, más provisiones del mismo tipo.

—Entonces... ¿Quieres hacer un pastel?

—Así es.

—¿Por San Valentín?

—Así es.

Jody siempre había tenido la sospecha de que Sam y Dean "tenían algo entre manos", algo más profundo e íntimo que no todos comprenderían, pero, vamos... Desde que empezó en su carrera policial que no había visto algo más dulce y puro que la relación que ambos mantenían.

—Muy bien. Comencemos, jovencito.

Tras darle fin a la vida del djinn, Jack y Sam volvían al Impala cargados con un bolso y una pala respectivamente. ¿Por qué Dean no había ido con ellos? Sam sabía la respuesta. El maldito día de San Valentín se acercaba. Y no era que no hubiera festejado literalmente un par a lo largo de toda su calamitosa vida amorosa, pero desde hacía un tiempo, realmente ya no lo soportaba, sobre todo cuando tenía que pasarlo resolviendo casos de hombres lobo para esas fechas. ¿Por qué Dean había permitido que osara poner sus manos sobre Baby en vez de acompañarlos a derrotar a ese djinn? Eso sí que no lo sabía, y estaba demasiado cansado como para seguir dándole vueltas al asunto.

Mientras esperaba que el semáforo le diera el paso, miró a Jack a través del espejo retrovisor. Si bien con él manejando podría haberlo acompañado en el asiento vacío a su lado, Jack prefirió sentarse atrás.

—Desde aquí tengo una mejor perspectiva —le había asegurado. Sam varias veces se había preguntado qué tenía en la mente ese chico y, al mismo tiempo, después de todo lo que había sucedido, estaba agradecido que siguiera siendo, de alguna forma, inocente. Al volver la vista a la calle, Sam reparó en una pastelería que seguía con sus puertas abiertas. Estaba rodeado de carteles rojos, con rosas y letras doradas anunciando pasteles especiales. Algo llamó su atención en la vidriera, y decidió girar en la esquina y detenerse cerca de la misma—. ¿Sucede algo?

—No me tardo —respondió Sam antes de que el Impala cese su ronroneo y él descendiera del vehículo.

La luna brillaba en Lebanon, y así en el búnker de los Hombres de Letras. Jack y Sam bajaron del vehículo y el mayor se sorprendió con la presencia, no solo de su madre sino, también, de Jody.

Be My Valentine (Wincest)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora