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El teléfono de la casa no para de sonar, hasta esta empezando a interferir con mi concentración, resoplo sonoramente mientras me dirijo al sillón de la sala de estar.

— Hospital " todos mueren" habla con la enfermera Jeina "explota sesos", en que puedo ayudarle.— nunca me va a dejar de gustar hacer estas bromas, tampoco es que nadie nuevo nos llame, por lo que ya están acostumbrados a este tipo de contestación.

—¿Hola? Emm, perdón creó que me equivoque de número.— una sonrisa se instala en mi rostro al escuchar la voz de una chica, esto va a ser bueno, ya nadie caía en mis bromas.

—No lo creó ¿con quien desea hablar?— pongo la voz más sería que puedo.

Pu pues con Gerald

Oh, si el doctor Gerald destripa doncellas vendrá ahora mismo, por favor espere.

s si claro.

¡GERALD TE HABLAN AL TELEFONO! El doctor destripa doncellas vendrá enseg...— un golpe fuerte en mi cabeza hace que me calle, me giro para observar a mí agresor, es Gerald y acaba de golpearme con la maldita álgebra de Baldor, segunda vez en mi vida que ese Baldor me causaba un dolor de cabeza. Lo miró con mi mayor cara de desprecio mientras escuchó su ya tan conocido regañó.

—¿Cuantas veces tengo que decirte que contestes el teléfono como una persona normal? Espantas a la gente Jeina.

El me mira con desaprobación mientras me arrebata el teléfono, yo le sacó la lengua mientras sobo mi cabeza.

— No aguantas nada.

Me alejó rumbo a la cocina porque veo que no quiere hablar delante de mi, me sirvo un vaso de leche y miró a todos lados mientras sacó de mi escondite mis tan amadas galletas con chispas, suelo esconderlas porque con Gerald y Aaron mis galletas desaparecen antes de que recuerde que las compre.

Llevó mi aperitivo de media mañana hasta el lugar donde me encontraba terminando mi tarea y me siento a revisar los últimos detalles de mi ensayo, escuchó a Aaron bajar las escaleras, lleva puesto una pantaloneta y zapatos deportivos por lo que no me hace falta preguntar a donde va, es obvio que ira a jugar con sus amigos al fútbol.

El pasa de largo despidiéndose con una mano, de pronto se detiene y empieza a caminar de reversa, lo miró esperando que diga algo pero sólo me sonríe y seguido toma un manojo de mis adoradas galletas, lo miró con mi cara más seria mientras le doy varios manotazos para que las suelte, es obvio que no las soltara y como se aleja triunfante mientras se embute de mis galletas le lanzó lo que primero agarró, que en este caso es un borrador el cual cae directo en su cabeza, ni siquiera se da vuelta para mirarme mal, sólo me saca el dedo medio mientras se aleja.

— Ojalá el azúcar te vuelva precoz.— al parecer alcanzó a escucharme porque se para en su lugar y se gira para verme y volverme a mostrar su dedo medio antes de salir por la puerta principal.

Término de revisar mi trabajo en el computador mientras tomó la leche y las tres galletas que han sobrado en el plato, mando mi trabajo al correo del mi profesor de linguistica y guardó todo.

Escuchó mi celular sonar con la melodiosa canción de fiesta pluma gay y sonrió al recordar que ese fue el tono que Vanessa eligió para Paul.

— Paul, que hay.

hay un nuevo gimnasio y dicen que hay chicos buenisimos ¿quieres venir conmigo?

te sale más barato invitarme una hamburguesa.

—  no seas una maldita perra, sabes que odio ejercitarme sólo.

es por eso que no me opongo a ir a correr contigo de lunes a viernes, pero sabes que los domingos son mi sagrado día de engorde.

si me acompañas te invitaré una pizza con queso doble.

— ¿a que hora vendrán tu y esa exquisita pizza con queso doble?

pasamos por ti a las tres, ponte unos leguis que resalten tu trasero, perra.

no dije que fuera a servir como tu amuleto de atraccion.

si yo creó de esos leguis morados que te di por tu cumpleaños te quedaran genial, adiós.

Siempre hace eso, me chantajea con comida, me llevaba a fiestas o gimnasios en los que me usa para llamar la atención, ahuyenta a los que no le agradan y siempre termita tirandose a algún tipo, no se como lo hace pero se tira hasta a los que aseguran ser bien heteros.

A Paul lo conozco desde dos años atrás en la cafeteria en la que trabajo, el solía ir a la cafetería una vez a la semana, pedía un café y se sentaba toda la tarde a usar el maldito internet del lugar, lo que volvía lento el aparato que yo tengo como celular, así que un día cansada le dije que tenía que pedir como mínimo un café por cada hora que estuviera allí, lo que yo no me esperaba es que compraría alrededor de diez cafés y los repartiría a los trabajadores del lugar, luego se acercó a mí con el último café, me lo dio y sus palabras específicas fueron " este es un buen lugar para ligar chicos guapos, a menos que conozcas un mejor lugar, no seas un grano en el culo" cuando le dije que conocía un lugar mejor espero hasta mi hora de salida para que lo llevara, lo lleve a una cafeteria que tenía la fama de cupido, llegaban personas solteras y salían en pareja, como era de suponerse le gusto y cada tarde cuando mi turno había terminado el estaba afuera y me hablaba de las personas que había conocido allí, mi objetivo era deshacerme de el pero tras un tiempo me acostumbre a sus pláticas y nos volvimos más unidos.

Después se atragantarme con la deliciosa pizza fuimos a ese gimnasio nuevo, se ve bastante grande y  la iluminación lo hacen enérgico,

Decido hacer ejercicio porque debo bajar la súper pizza que comi, despues de un rato ya estoy sudando en mínima cantidad.

—woo, mira ese bombón que esta en la puerta.— dirijo mi mirada a la entrada y allí se encuentran tres hombres, dos de ellos son los que nos atendieron al llegar y el otro es un joven bastante guapo de cabello negro, que lleva una camisa sin mangas la cuán deja al descubierto sus trabajados brazos en uno de ellos lleva un tratuaje que no logró distingue bien, entiendo por que le llamó la atención a Paul, es sin duda un chico sexi por donde los veas, sobre todo por atrás.

El chico se despide que ambos tipos y se acerca a nosotros, más específicamente a la caminadora que esta a mí lado y hace todo el recorrido con los verdes ojos de mi amigo y los grises míos sobre el.

El se para a escanearnos con esos ojos obscuros, me mira de pies a cabeza y después se dispone a mirar a Paul, sin quitar su seriedad ni por un minuto.

— ¿se les perdío algo?—dice de manera borde, ya conozco a los tipos como estos,

— la verdad si, se me perdieron unas nalgas muy parecidas a las que tu llevas atrás ¿donde las conseguiste?— definitivamente se me esta pegando la clases de contestaciones de Paul.

El sonríe sin una pisca de gracia— son importadas, y tu no alcanzarías a tener unas iguales ni prustituyendote por cinco años seguidos.— yo le sonrió del mismo modo, enserio que actitudes como estas hacen que todo lo lindo de una persona desaparezca. Me levando de donde me encontraba haciendo piernas.

—oh, no las necesitó, tengo una mejores y son reales— digo girando para que el logre ver mi trasero, agradeciendo interiormente a Paul que me izo usar esas leguis moradas que resaltan mis nalgas—pero gracias por la información, se lo comentaré a mí buena amiga Dayana que si las necesita.— me siento triunfante al ver la cara que puso al ver mi trasero y después como me miró mal al completar mi frase.

Recojo mis cosas mientras Paul no deja de carcajearse por la escena, el me sigue y cuando ya estamos lo suficiente lejos del chico, yo río junto a Paul.

— enserio que Dayana si las necesita.

—sip, pero no pienso decírselo, me cae tan mal que prefiero que se quede desculada.

El Deseo De JeinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora