Uno.

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«Capítulo uno.»

Gabriela.

— Quiero vomitar.—Hablé tocando mi panza y sintiendo como todo el líquido que había tomado hace unas horas iba a salir.

— Cagate por querer ir a una joda.—Dijo Mauro, que también estaba en las mismas condiciones que yo, o peor.

— Vos también fuiste, no te quejes estúpido de mierda.—Respondí enojada, se me movía todo el piso.

— Gabriela deja de ser tan exagerada y sacate eso.—Está vez salto Ignacio apuntando mis lentes de sol oscuros que tenía puesto, para disimular un poco mis ojeras.

— ¿Esto es ser exagerada?—Pregunté sacandolos y mostrandole mis ojos, que estaban todos rojos.

Los dos hicieron una mueca de asco.

— No me rompan los huevos.—Solté volviendomelo a poner.

— ¿No van a hacer el examen?—Preguntó Mauro apoyando su cabeza en el banco y largando un suspiro.

Los cuatro, contando a mi amiga que estaba durmiendo al lado de Ignacio, teniamos la ropa pasada a porro y alcohol. En las mismas condiciones, se nos partía la cabeza.

— Yo ya lo hice.—Dije mostrando mi hoja y causando que los dos se rían pesadamente de mi.—¿Qué?

— Dibujaste una tortuga merquera, Gabriela.—Rieron aun más cuando yo la quedé mirando tratando de procesar todo.

— Mala mía.—Volví a dejar la hoja en el banco y reí con ellos.

Aunque me dolía demasiado la cabeza para seguir riendo.

— ¡A ver el grupido del fondo!—Gritó la profesora, causando que se me parta la cabeza.—¿Terminaron el examen que se estan riendo?—Preguntó enojada, giré mis ojos.

— Gabriela si lo terminó.—Soltó Mauro, hice una sonrisa falsa pero aun así lo quería matar.

— Entreguelo y pongale el nombre.—Expresó seria, sonreí y asenti con la cabeza.

Cuando dejó de mirarme giré mi vista a los chicos, quienes se reía en voz baja.

— Te odio.—Le hablé a Mauro.

— ¿Le vas a poner tu nombre?—Preguntó él mismo todavía riendo.

— No.—Saqué una lapicera de mi cartuchera y bajo la atenta mirada de ellos escribí: "me gusta el faso".

Para después sonreirles, no había forma de controlar sus risas, entonces me paré y le llevé la hoja a la profesora.

— Muy bien Rivera.—Dijo sonriendo amargamente.

— Gracias.

— ¿Alguien mas termino el examen?—Preguntó antes de que me de vuelta para irme, una mano se levantó en la segunda fila.—Muy bien Oliva.—Habló la profesora con felicidad.

Giré los ojos y volví a mi banco. Oliva era el favorito de todos los profesores, además de que tenía un bocho increíble para hacer bien todos los exámenes y aprobar era buen alumno y se juntaba con pibes repitentes.

— Te van a matar.—Susurro Ignacio cuando me volví a sentar al lado de Mauro y me apoyé en el respaldo de la silla, levanté mis hombros sin interés y sonreí, no terminé de hacer ese gesto que la voz de la profesora se escuchó en todo el aula.

— ¡Gabriela Rivera!—Gritó con mi examen en la mano, todos se giraron a verme.

— ¿Si profesora?—Pregunté con voz infantil y sonriendo.

— ¡A dirección, ahora!—Volvió a gritar, sin reprochar nada me levanté del banco y salí del aula para ir a dirección.

Otra acta, y recién íbamos por la mitad de la semana.

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— Que no se vuelva a repetir Gabriela, es la tercer acta en esta semana.—Dijo la directora escribiendo en el libro de actas.

— Otra vez le pido disculpas, solo creí que era gracioso dibujar eso.—Hablé lo mas inocente posible asi me creía.

— Me cae muy bien Gabriela, pero lamentablemente no puedo hacer excepciones, usted sabe que a la cuarta advertencia puede ser expulsada.—Me miró, con sus ojos atras de esos anteojos con marco violenta.

Ridícula, así se define la directora de mi escuela.

— Voy a hacer lo posible para la cuarta acta dire, se lo prometo.—Sonreí y me pare de la silla.—Por cierto, me gustan sus anteojos la hace ver mas joven.

Mentira, la hacia ver como una ridícula.

Sonrió y me hizo una seña para que me vaya de ahí. Me giré y caminé hasta la puerta así salía de ahí, pero antes de seguir caminando un cuerpo choco contra mi y el mismo impacto hizo que caiga al piso.

Suspire molesta y miré a la persona que me habia tirado, pero al ver a Valentín mirandome con la cara roja gire los ojos. Era obvio que este pibe nunca haría nada por maldad.

— P-perdón yo no quise tirarte.—Dijo nervioso, pasando sus manos por su pelo.

— Deja.—Solté parandome sola, trató de ayudarme pero yo no quise.—¿Te metiste en problemas Oliva? ¿Que haces en dirección?—Lo jodi cuando vi que se estaba muriendo de nervios.

Nego con la cabeza y yo sonreí.

— Si sos un pan de Dios.—Solté sonriendo y pellizcandole un cachete, causando que se sonroje más.—Nos vemos Oliva.—Saludé dándole pequeñas palmaditas en la mejilla y pasando por su lado.

Y tenía razón, Oliva era un pan de Dios.













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Si, Valentín es un pan de Dios me lo como todo ndeah.

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Virgen ; WosWhere stories live. Discover now