Capítulo 34. Tenerte miedo a ti mismo

Comenzar desde el principio
                                    

—Espero no importunarte.

—No demasiado —respondió Lisa un poco cortante. Se retiró entonces su cubre bocas, y se subió sus anteojos protectores hacia la cabeza—. ¿Dónde te has metido? Te he estado mandando mensajes.

—Lo sé —murmuró Cody, algo avergonzado—, es sólo que el otro día fue una locura. ¿Escuchaste de la niña que secuestraron en Portland de un hospital?

Lisa lo miró confundida.

—Algo me comentó un compañero, pero no supe mucho más. ¿Por qué?

—Bueno, yo estuve ahí, en ese hospital cuando todo ocurrió.

Los ojos de Lisa se abrieron por completo, presas del asombro.

—Santo Dios.

—Sí, y la policía nos retuvo por unas horas...

—¿Nos? —Interrumpió Lisa abruptamente.

—A Matilda y a mí, mi amiga que llamó el otro día.

—Matilda —repitió Lisa con tono seco, y algo acusador.

—No es lo que piensas.

—¿Qué es lo que pienso? —Espetó la bioquímica, un tanto a la defensiva—. ¿Qué estaban haciendo ahí exactamente?

—Te lo dije, ¿recuerdas? Matilda es psiquiatra, y estaba ayudándola con un caso, ahí mismo en ese hospital. Pero las cosas se salieron de control.

Lisa guardó silencio, visiblemente molesta. Luego de un rato, sin embargo, relajó un poco la mirada y suspiró pesadamente, quizás en un intento de tranquilizarse. Se retiró del todo sus anteojos protectores de la cabeza, y se talló un poco su frente con sus dedos, como si quisiera calmar una pequeña jaqueca

—¿Estás bien? —le preguntó con voz más suave—. Dicen que hubo un tiroteo, ¿por qué no me dijiste nada?

—Lo siento, pero estoy bien —le respondió apresurado—. Y sí, lo hubo, pero yo no estuve involucrado ni cerca de lo sucedido.

Eso era una verdad a medias. Si bien no había estado relativamente cerca cuando un arma se disparó, decir que no estuvo involucrado podría estar abierto a interpretación, considerando que a quien acompañaba enfrentó a la tiradora, y luego incluso él corrió detrás de ella en un tardío intento de detenerla.

—Me alivia —susurró Lisa despacio—. Pero eso fue hace dos días. ¿Dónde estuviste desde entonces?

Cody enmudeció unos momentos, dudoso de cómo responderle.

—Yo... Luego de lo ocurrido la otra noche, necesitaba algo de tiempo para pensar.

—¿Pensar en qué?

—Bueno, como en tu mensaje dijiste que necesitábamos hablar, pensé que quizás querrías...

—¿Qué cosa? —Le interrumpió con algo de agresividad—. ¿Terminar?

Cody se encogió de hombros.

—Si lo dices, es porque cruzó por tu cabeza, ¿o no?

Creyó que eso era una defensa aceptable, pero definitivamente ella no pensó lo mismo, pues de nuevo su mirada se endureció con enojo.

—Fue una pequeña discusión, solamente —espetó, alzando un poco la voz—. No voy a terminar por algo como eso. ¿Qué clase de persona crees que soy?

—Lo siento...

Cody bajó su mirada un poco avergonzado. Suspiró con algo de resignación, y se retiró cuidadosamente sus propios anteojos.

Resplandor entre TinieblasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora