¿Amor? Thor sólo podía reír ante tal absurdo, pues ¿Quién podría amar a alguien tan retorcido y roto como él?

Escucha— Murmuró echando por tierra toda la lógica de Killian—Yo he trabajado por años en el FBI y te aseguro que he escuchado tantos disparates de cientos de locos que me es evidente que esto fue uno más de esa interminable lista.

¿Disparates?— repitió Loki a medida que una lágrima se desbordara por su mejilla comenzando un sinfín de ellas.

Killian vio la oportunidad para ponerme en tu contra, dudar de tu palabra y permitirle valiosos segundos para llegar hasta ti y dañarte, así es como piensan estas personas. Sólo intentaba manipularme, lo comprendo perfectamente—Loki sollozó con aún más fuerza, lanzándose a sus brazos, tal vez agradecido por no comenzar una absurda pelea —Hey, todo está bien.

No, no lo está— masculló el más joven en un sonido cortado y enfermizo.

Thor acarició su cabello con suavidad, mientras lo dejaba desahogarse contra su pecho. Habría deseado poder hacer aquello cuando todos los problemas comenzaron, cuando aún había remedio para su fracturado lazo y no ahora que la inocencia y la pureza de sus sentimientos se enturbiaron hasta un punto sin retorno.

Lo estrechó contra él, sin importarle arruinar esa preciosa camisa oliva con su cuerpo húmedo por la ducha y el anterior ejercicio.

Lamento lo que te dije ayer— susurró contra su oído, acomodándolos a ambos contra la suave tela del sillón —Se que has estado esforzándote por mejorar nuestra relación, partir desde cero y esas cosas... es sólo que a veces no puedo. No quiero pensar en quien fui, porque al final sólo puedo recordar lo malo. Lo mucho que nos lastimamos y como todo terminó en desastre, pero quiero agradarte y conocerte. Es lo único que te pido. Y si siguen brotando locos de la nada acosándote y apareciendo en tu apartamento para lastimarte necesito que me lo digas. Puede que esté algo oxidado, pero puedo protegerte— Loki negó con la cabeza llorando aún más fuerte, en leves temblores que le conmovían de pies a cabeza.

Thor no pudo evitar sentirse culpable, el menor realmente estaba asustado.

¿Por qué?— hipó bajito —¿Por qué tienes que ser así? Eres demasiado bueno, Thor. Tan estúpidamente bueno.

Loki...-

¿Es que no lo entiendes?— chilló aferrándole por los hombros y alzando el rostro bañado en lágrimas, era una visión tan irreal que por escasos segundos el rubio dudó estar del todo despierto.

¿Qué debería entender?

Esto— susurró Loki robándole un beso intempestivo, lleno de desazón. Thor no sintió que fuera un beso como tal, era más una advertencia, un golpe bajo o una puñalada, justamente como solía atacar su hermano: pillándolo con la guardia baja.

Aquel roce de labios apenas duró lo suficiente para que comprendiera su acción, sentía como su huella húmeda quedaba marcada en ellos y lo único que podía hacer era quedársele mirando como un tonto.

Loki no se alejó, no lo suficiente como para que la posición en que el propio Thor los había metido le resultara demasiado intima y fuera de todos los límites.

¿Qué...?— se pilló diciendo al ver ese rostro sonrosado y lloroso funcionar muy diferente a su cuerpo, donde esas manos de dedos largos le recorrían con desinteresado morbo desde las clavículas hasta los músculos del abdomen.

Con su fuerza física y su explosivo carácter Thor habría podido quitárselo de encima de haberlo querido o siquiera pensado. Sólo que, después de llevar una vida conociendo a Loki sentía que era la primera vez que le veía de verdad. Su curiosidad era mucho mayor a esa vocecita que le gritaba que aquello tenía un sucio y feo nombre:

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