PARTE ÚNICA

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A Jungkook le gustaban muy pocas cosas en su vida. Por ejemplo, las nueces. Le gustaban. Aunque no tanto. Si tuviera que escoger entre morir y comer nueces, probablemente preferiría morir. Demonios, esto de enumerar cosas que le gustaban era difícil.

De todos modos, el punto no era hacer una lista, sino más bien puntualizar que el hecho de que le gustara alguien era un acontecimiento extremadamente raro. Las personas no eran precisamente su cosa favorita. Los humanos en general era una bazofia.

Pero Kim Taehyung no estaba tan mal.

El chico era adorable. Muy, muy adorable. Fue una sorpresa para sí mismo fijarse en él, más que por el hecho de jurarse heterosexual, por el hecho de que jamás pensó que podría interesarse en otro ser humano.

Le gustaba bastante. Bueno, no bastante. Sólo un poquito. Solamente le gustaba su sonrisa y sus ojos y su cabello y sus manos y su nariz y su piel y su risa y su voz y su- Maldita sea, el chico estaba arrebatándole su reputación de chico malo sin sentimientos.

Lo cierto era que a pesar de que nunca había hablado con Taehyung, en su opinión lo conocía mejor de lo que cualquiera pensaría. Sus casilleros no quedaban lejos el uno del otro, por lo que podía escuchar las conversaciones del castaño cada vez que cambiaban de salón.

Sabía unos cuantos detalles importantes. Por ejemplo, tenía una amplia gama de amistades. La persona con la que más se veía era Min Yoongi, un enano que parecía gato y que estaba coladito por el presidente de la clase. Otro detalle era que Taehyung amaba cantar en voz bajita cuando creía que nadie estaba escuchándolo. Cantaba muy bien. Como los ángeles.

Saber aquellos detalles de su vida le hacía sentir especial, de una manera muy extraña y perturbadora.

Aquella mañana en los casilleros, Taehyung estaba siendo acompañado por Wonpil, y Jungkook —espiándolos como el buen acosador que era— descubrió otro detalle.

Uno muy doloroso.

—Ya le escribí la tarjeta— dijo Taehyung—. La dejaré en el casillero de Joy cuando entremos a clases.

—¿Ahí le dices que te gusta?— exclamó Wonpil. Taehyung lo golpeó en el brazo, pidiéndole sutilidad.

—No. Dice que nos reunamos en el patio trasero después de clases. Ahí le diré.

—¡Woah! Eres todo un conquistador, TaeTae.

Continuaron charlando, planeando, cotilleando. Pero Jungkook estaba demasiado triste, emo, depresivo y con ganas de tirarse de un puente como para prestarles atención. Le gusta Joy. Le gusta Joy. Por supuesto que le gustaba Joy. ¿A quién no le gustaba Joy? —Aparte de él—. Era la más linda e inteligente de la escuela.

¿Y qué era Jungkook? Solamente era... un perdedor. Un fracaso. Una escoria de la humanidad. Con malas calificaciones y un cabello horrendo. Ni hablar de su obsesión con el anime. Él realmente no se merecía el amor de alguien tan lindo como Taehyung.

Pero no se daría por vencido.

—Me va a amar— decidió—. Aunque no quiera.

Sopesó sus opciones. Tenía dos válidas tácticas. Podía esperar a que Taehyung dejara su tarjeta y entonces él podría tirar otra que dijera: "Hola, me equivoqué, no era para ti, era para otra Joy, equisdeequisde".

La otra táctica que tenía en mente, era ir directamente hacia Joy y decirle que había lanzado por error una carta a su casillero, que en realidad era para otra persona. Y entonces le pediría sacarla y Joy no la leería y entonces Taehyung no podría confesar su amor.

Cómo impedir una declaración •• KOOKTAEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora