Mirame.

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Te veo.

Dos palabras, seis letras, tres vocales; dos consonantes, un silencioso gesto de amor.

Me ves. Me reconoces, soy yo. Tu estas ahí, y me miras. No desconoces el espacio que abarco en el universo. A pesar de este ultimo estar conformado por miles de galaxias y un numero infinito de átomos, yo conozco los más bellos jamás creados, los cuales se unen en niveles macroscópicos para formar piel y tejidos, los cuales sostienen tu sonrisa... la cual me transmite una calma fascinante.

Debo estar loco al estar pensando todo esto mientras estas volteando hacia la izquierda, buscando entre las figuras de la pared algún rostro conocido del emparrillado. Tu cabello es liso, es largo, como si de una cascada se tratara. La tranquilidad en tu rostro me inquieta, me hace pensar, me hace dudar y me empuja a mirarte más.

¿Quién eres tú?

Debo decir que los años te han sentado muy bien. Si te soy sincero, no recordaba tu rostro. Tampoco recuerdo haberte visto durante el poco tiempo en el que compartimos aulas en diferentes turnos. Sin embargo, te estoy mirando aquí y ahora, después de ocho años. El poco maquillaje que llevas encima y tu blusa negra combinan a la perfección con todo lo demás. Tu voz me resulta familiar, la caja musical que emite tu voz me parece relajante, sobria, pacifica y dulce.

No me malinterpretes, no pretendo aumentar tu vanidad. Tampoco es que este impresionado con tu belleza. Me siento feliz de estar aquí contigo esta noche, por que me miras. Me observas, soy alguien, existo frente a tu presencia.

Con cada espacio entre las platicas que tenemos me voy adentrando en ti. He tocado la puerta un par de veces, pero no he sido bien recibido. Tu mirada me esquiva, serpentea, se mueve con lentitud, pero no es fija. ¿Podrías mirarme un momento por favor? Quisiera asomarme dentro de tu ser.

Quisiera haberte podido decir todo esto, pero no quería presionarte ni hacerte sentir incomoda. Puedo verlo con apenas echar un vistazo. Fernanda, eres tan fuerte y valiente, que en ocasiones olvido que sufres. No pretendo tener todas las respuestas, mucho menos juzgarte o dar mi opinión sobre los momentos tremendamente difíciles que has tenido que vivir. Te miro, te observo, para mi existes.

Me importas.

Mi deseo de año nuevo fue algo totalmente diferente a lo que ahora pido. Cada noche, sin falta, le doy gracias a Dios. Por un día mas de vida, por el bienestar de mi familia; por los desgraciados, los faltos de amor, los que no han comido hoy y los pobres animales que vagan por la calle. Pero Fernanda, tu vives dentro de mí, en mis oraciones. Todas las noches le pido que te de la paz de la que ahora disfrutas o la que estas buscando. Cada día le pido que no te falte el amor de quienes amas y de quienes te aman. Siempre le pido que te de la fuerza para vivir un día más, y con ello, acercarte cada vez más a realizar tus sueños.

Te mentiría si te dijera que lo hago con desinterés. Al contrario, estoy muy interesado en ti. Quisiera llenar mi memoria con recuerdos tuyos, quisiera que cuando llegue el final de la comunion de nuestros caminos, pudiera despedirme de ti en un aeropuerto, sabiendo que estas por volar al lugar donde siempre has soñado vivir. Hay tantas cosas que quisiera para el futuro, pero hablando del presente y el dia de mañana, quiero verte crecer, quiero verte reír. Quiero estar ahí para abrazarte cuando el llanto te este ahogando, y ayudarte a levantarte cuando la vida te haya mandado de un golpe hacia el suelo. Quiero ser yo quien limpie tus rodillas después de que hayas caído y ser quien te motive para que continúes adelante.

Quiero que me acompañes a mirar el cielo, a observar como se enfria el café. Quiero que me mires.

Se que me he perdido la mayor parte de los sucesos dolorosos de tu vida. Quiero pensar que en los ocho años de ausencia entre ambos, los vientos me hicieron ir en todas las direcciones necesarias, para haber aprendido lecciones importantes; todo para que el día de hoy, el azaroso viento haya empujado las velas de este velero haciendome llegar hasta aquí. Hasta esta mesa a un lado de la puerta que da al escenario, a un sillón contiguo al tuyo dentro de un auto, a la espera de que salieras de casa para recogerte.

Te veo. Y lo poco que conozco de ti me parece maravilloso. Deseo poder tener la oportunidad de que me mires fijamente y me muestres quien eres. No me importa quien paso antes, no me importa el desorden en el que se encuentre tu corazón ni tampoco las barreras que deba de superar para poder llegar a ti. No importa el tamaño de la coraza que te esté protegiendo de revivir el dolor que has pasado. Deseo mostrarte la bondad que vive en mí. Deseo que seas la persona que por fin pueda recibir todo lo bueno que nunca pude pero que tengo para dar. Las canciones que te encantan, los detalles que te vuelven loca. Mírame por favor, que los rasgos de mi cara no te impidan ver mi ser. Mírame en silencio, aunque sientas desconfianza. Olvida los calcetines y deja que mis manos te brinden el calor que necesitan las tuyas por las noches. Dejame presumirte ante el mundo, inspírame a escribir sobre lo que significa ser alguien para alguien.

Déjame sostenerte entre mis brazos, déjame marcar esa sonrisa en tu rostro con mayor frecuencia. Déjame ser tu caballo de batalla, tu soporte en la adversidad. Déjame sanarte, déjame; pero nunca dejes de mirarme con esos ojos color Sol.

Porque si me miras, existo. Y si existo, será para quererte. 

MirameHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin