1.- Mi nombre es Azul.

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Ha pasado mucho tiempo ¿No es así?

"No" responde la voz de mi mente.

No sé quién es, ni porque está ahí, pero me ayuda a no sentirme sola.

Ella dice que no ha pasado mucho tiempo, espero que esté en lo correcto. Quiero preguntar su nombre, pero me doy cuenta de que yo tampoco tengo uno.

Abro los ojos después de lo que parece una eternidad.

Hay cosas brillantes en el techo, son... se les llama...

"Lámparas"

Sí, lámparas, supongo. Éstas parpadean y me dejan ver la habitación gris. Todo es de ese color, las cortinas, las camas, las paredes... todo.

—Está despierta— anuncia alguien.

Quiero preguntar qué sucede, pero no recuerdo como formar las preguntas con mi boca, así que simplemente miro a la persona, quien sale del lugar en el que estoy.

A pesar de que hay muchas... muchas...

"Camillas"

Sí, camillas. A pesar de esto, me encuentro sola, no hay nadie más. Tal vez, yo tampoco debería estar aquí.

¿Quién soy yo?

"Tú eres yo"

¿Y quién eres tú?

"No lo sé"

La voz no dice nada más. Eso es raro, ya que me ha ofrecido palabras nuevas para darle un significado a las cosas que me rodean.

La persona de antes no ha vuelto desde que dio el aviso de que estoy despierta.

Este lugar es tan caliente que mi piel esta pegajosa y la cosa gris con la que estoy vestida está pegada a mí como si fuera...como si fuera...

No puedo recordar las palabras.

Tampoco puedo ver a través de las ventanas, ya que del otro lado hay muros grises. La cosa que separa mi habitación del otro lado se abre... ¿Cómo se llama esa cosa?

"Puerta" responde.

La misma persona de antes me examina con la mirada, casi a la espera de que yo haga algo, pero no recuerdo que hacer. Ni que decir.

Ella viste una cosa larga de color gris, de su cuello cuelga un aparato que coloca sobre mi pecho... la voz dice que es para escuchar mi corazón.

No hace falta esa cosa, de seguro ella puede oírlo a distancia, ya que no deja de palpitar fuerte.

— ¿Cómo te llamas?— pregunta.

No puedo negar con la cabeza, aunque tampoco puedo responder.

Gruñe y enarca una ceja como si se encontrara enojada conmigo.

La voz me explica lo que compone a esa persona, sabe distinguir y le da nombre a aquello que no lo tenía.

Es así como me doy cuenta de que la otra persona en la habitación es una mujer. Su cabello es negro y está atado de una manera graciosa sobre su cabeza, sus ojos son cafés, fríos e inexpresivos, a pesar de ello, sé que su piel es de un lindo color oscuro. La línea de su boca se desdibuja cuando tiene que mirarme. Me ve con el ceño fruncido, como si le molestara mi presencia o mi falta de palabras.

La mujer suspira resignada y sale de la habitación.

Cierro los ojos de nuevo y me quedo en la camilla. Después de todo, no puedo levantarme, no recuerdo cómo usar las piernas.

Mente Maestra la sagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora