✨ Capítulo 11. ✨

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—Nunca lo había oído.

—Pues espero no lo olvides.

—De acuerdo.

—Bien, vamos con Anna o sospechará de nosotras.

—Vamos.

Ambas salieron de la habitación y se dirigieron hacia la cocina, donde estaba Anna leyendo una pequeña libreta.

—¿Qué haces Anna? —preguntó Jocelyn entrando.

—Leo esta libreta que encontré debajo de mi cama.

—¿De quién es?

—De Renata.

—¿Cómo sabes? —preguntó Tani.

—Por que aquí dice su nombre —dijo mostrando la portada de la libreta.

—¿Y quién es Renata? —preguntó Jocelyn.

—Mi otro yo —dijo sería.

—¿Tu otra personalidad?

—Así es, con esta libreta nos comunicamos las dos.

—Haber —dijo Tani sentándose a su lado.

—Yo también quiero ver —dijo Jocelyn sentándose del otro lado.

—Hay dos diferentes tipos de letra, ¿Por qué? —preguntó Tani mirando la libreta.

—La letra en azul es de ella y la rosada es la mía.

—Me refiero a que por qué son diferentes, se supone que siendo tú, su letra debería ser igual.

—No, seremos la misma, pero en algunas cosas cambiamos, como por ejemplo, nuestros ojos, los míos son marrones y los de ellas se vuelven verdes, mi cabello es oscuro y el de ella se vuelve rubio.

—¿Eso es posible? —pregunta Jocelyn.

—No lo sé, ella me ha dicho que esa apariencia tiene cuando sale a la luz.

—¿Y cada cuando sale? — pregunta Tani.

—Cuando yo me enojo o hay algo que en el fondo de mi corazón quiero hacer pero no lo hago, ya que soy muy cobarde y no me atrevo a hacerlo.

—Y cuando ella sale, ¿Qué es lo que quieres hacer? —pregunta Jocelyn mirándola.

La pelinegra se encogió de hombros, mordiendo su labio inferior. Mientras que afuera de la cocina, estaba ella una vez más escuchando la conversación de las chicas.

—Esto sí que es interesante —sonrió maliciosamente.

—¿Qué haces? —escuchó a sus espaldas.

Volteó y se encontró con el pelinegro.

—Hola Logan —sonrió nerviosa.

—¿Qué haces? —repitió.

—Bueno, venía a pedirle a Anna un lapicero —dijo con una sonrisa fingida, la cual él detectó.

—Sabes que tienes prohibido hablar con Anna, Jimena.

—Uy perdón, no me vayas a delatar con el gran Maximiliano Parker.

El pelinegro solo rodó los ojos.

—Venía para que hiciéramos el proyecto de álgebra, recuerda que aún no lo terminamos, pero por lo que veo estás muy ocupada espiando a las chicas —dijo dándose la vuelta, pero fue detenido por ella.

—No no no no, tú no te irás a ningún lado querido Logan, lo que vamos hacer ahora mismo es ir a mi habitación y... hacer el proyecto de álgebra.

—Vamos entonces —dijo él y caminaron hacia las escaleras hasta llegar a la habitación de Jimena.

Una vez adentro de la habitación él se sentó en el pequeño sofá que había en la habitación, Jimena tomó sus libros y su ordenador para poder seguir con el proyecto.

—Oye Logan, ¿Puedo hacerte una pregunta?

—Ya la hiciste ¿No? —dijo él mirándola.

—Otra además de esa.

—Haber, dímela.

—¿Te gusta alguna chica?

—¿A qué viene tu pregunta Jimena?

—Solo responde.

—Sí, sí la hay contenta.

—¿La conoces?

—Haber, dijiste que era una.

—No seas así, responde.

Él suspiró frustrado.

—No, no la conozco, no sé cómo se llama ni sé como es.

—¿Entonces es la tal chica de las cartas?

—¿Quién te dijo eso?

—Escuché a Anna con Jocelyn y tu pequeña hermana decirlo.

—¿Entonces si las estabas espiando?

—Solo un poco.

—Jimena, está muy mal oír conversaciones ajenas, ¿Lo sabías?

—Sí, si lo sabía, pero solo fue un poco, además yo iba pasando por ahí, no tengo la culpa de que ellas hablen un tanto alto.

—Como sea, no lo vuelvas a hacer.

—Bien, no lo haré —dijo mientras cruzaba los dedos detrás de su espalda.

—Entonces sigamos con el proyecto, faltan tan solo dos semanas y a penas vamos a la mitad.

—Seguro.

Ellos continuaron con el proyecto, mientras que en la mente de Jimena no dejaba de pensar... ¿Quién sería esa chica?

El día había pasado un tanto rápido, Anna salía del baño y se recostaba en su cama.

—Hoy fue un día largo, necesito descansar.

Entonces cerró sus lindos ojos marrones quedando profundamente dormida, pasaron unas horas cuando ella volvió a abrir sus ojos, lentamente se levantó de la cama y se acercó al espejo.

Sonrió maliciosamente, mirando su hermoso cabello rubio, acompañado de sus lindos ojos verdes, tomó una bolsa arriba de una silla y de ella sacó una pequeña hoja, donde comenzó a escribir.

Una vez terminando de escribir, se puso algo especial para salir, subió al auto que estaba estacionado y se dirigió hacia la escuela, al bajar entró por la puerta principal, busco entre los pasillos donde estaban los casilleros y una vez encontrando el que quería colocó la nota en él, de manera para que a la hora de abrirse está cayera al suelo.

Horas más tarde Jimena caminaba hacia su casillero, al abrirlo una pequeña hoja cayó de este, confundida la abrió, sus ojos se llenaron de lágrimas al ver lo que había en él.

—¿Quién pudo hacer esto? —dijo con las lágrimas en sus mejillas.

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© Querido Hoyuelos por Fanny Frías. Todoslos derechos reservados.

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