Describirte como mis ojos te ven y como mi corazón te percibe, sería describir el cielo, un lugar más allá de la divinidad o ese lugar mítico entre la realidad y los sueños; sería describir el amor y la pasión en todo su esplendor, sería describir lo inimaginable o aquello que aún no se conoce.
Hermoso y lleno de luz, yo observo el inicio de tu altar que, en forma de castillo dorado, da la sensación de ver un amanecer en el momento exacto de su máximo explendor. Tus soportes viejos, por el pasar de los años, siguen teniendo una resistencia a todo. Son como un arte abstracto, que te hacen suspirar y sonreír con tan solo verlo.
Tus estatuas de santos, tan tristes y cansados, con sus formas tan celestiales que tienes que admirar todos los días. Este tipo de arte de tus formas tan singulares, ni con mil diccionarios podrías describir lo que me haces sentir.
Afligido, anciano y melancólico, como detenido en el tiempo, me doy cuenta de que solo podré verte una última vez, pero como siempre has estado junto a mi, siempre te recordaré desde aquí, desde los cielos.
