Día tres: "Más fuerza que altura".

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Tema: Acompañar a casa

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Tema: Acompañar a casa.
Domingo diez de Febrero.

Dazai camina a casa. ¿Que en dónde estaba? En realidad, no lo sabe, solo que quiso salir a caminar para despejar la mente. Porque, bueno, no todos los días un amigo te cuenta que mientras estabas borracho te declaraste.

En medio de la noche.

Gritando.

Frente a todo el edificio.

Se quiere tirar de un puente solo con recordarlo.

El problema es que no lo recuerda. No recuerda nada, y eso solo es peor, porque tampoco sabe qué demonios le respondió Chūya.

Odasaku no le quiso decir, y Atsushi no lo recuerda. Dazai sí recuerda que lo hizo confesarse y realmente quiere que sea lunes para saber qué clase de reacción tendrá Akutagawa.

Ahora, mientras camina, solo puede intentar pensar en los peores escenarios, y de paso, dirigirse a alguna farmacia porque la resaca le está doliendo como los mil demonios.

Uno pensaría que teniendo a un doctor como representante legal, como mínimo habría un botiquín en el departamento. Pues no.

Un miserable paracetamol de doscientos y antigripales del año antepasado en una caja roñosa y destartalada.

La vida está en contra de él.

La chica que le atiende le da también un vaso de agua una vez compradas las pastillas. Después de haber tomado ambos, termina saliendo de la farmacia, y puede sentir un pequeño alivio casi al instante. Y cuando ya está de camino nuevamente a su casa, dobla en una esquina, y se da cuenta de que la calle está completamente vacía aparte de un chico pelirrojo que camina algunos metros por delante de él y se ve ciertamente complicado con la cantidad inapropiada de bolsas que lleva.

Decide acelerar el paso, y cuando ya se encuentra junto a él, carraspea.

—¿Necesitas ayuda?

—Dudo que te puedas alguna —dice, y Dazai se molesta pese a la falta de burla en sus palabras.

—Seguro que sí.

Y ese día, el castaño aprende dos cosas.

La primera es que Chūya tiene mucha más fuerza de la que hace ver. Y la segunda es que al parecer a los pelirrojos les gusta comer verduras con cemento.

Era la bolsa con vegetales más pesada que había cargado.

—Mejor lleva esta —Chūya solo puede mirar hacia otro lado para que no sea descubierta la pequeña sonrisa que adorna sus labios.

Entonces ambos inician una silenciosa caminata, en donde Dazai se cuestiona de forma seria si está acompañando a Chūya mientras lo ayuda, o solo lo ayuda mientras camina a su casa.

—Es poco común que hables tan poco —comenta el pelirrojo.

—¿Te estoy acompañando a casa? —pregunta, de la nada. Chūya voltea su cabeza, observándolo con extrañeza.

—¿Qué?

—Somos vecinos, camino a mi departamento junto a ti mientras te ayudo con tus bolsas —Dazai se encoge de hombros—. ¿Eso es acompañar? 

—¿Para qué quieres saber si es acompañar?—pregunta Chūya, y Osamu lo piensa algunos segundos.

—No lo sé, quizás intento que olvides el hecho de que ayer te grité por la ventana que me gustas.

—Eso no tiene sentido.

—No me has respondido.

—¿Quieres acompañarme a mi casa que coincidentemente esta junto a la tuya, Dazai? —pregunta.

—Si lo pides así no me dejas opción, Chūya.

Ambos sonríen y el ambiente puede relajarse un poco.

—¿Fue muy malo?

—¿Realmente quieres la verdad?

—No.

Ahora es Chūya quien se alza de hombros, y está por decir algo, porque se voltea casi completo hacia Dazai, pero este se adelanta sin percatarse y también lo obseva.

—Y no recuerdo que fue lo último que dije.

Entonces ambos se encuentran con los edificios, y Chūya decide mejor no decir nada, y Dazai se pasa de largo junto al pelirrojo, para ingresar en el de este y así impedir que suba escaleras con las bolsas.

—Gracias —le dice, tras aclarar un poco su garganta.

Entonces se inclina un poco, y deposita un rápido beso en su mejilla. Y nuevamente le dice algo que Dazai no escucha ya que se encuentra realmente sorprendido, pero probablemente le dice "nos vemos mañana", y le cuesta procesarlo, hasta que recuerda que mañana es lunes.

—Adios —y Nakahara cierra la puerta, luego de que Osamu balbucease también un "adiós".

Entonces se permite sonreír, y solo voltear para dirigirse hacia su propio apartamento, en donde Mori probablemente le preguntará el porqué de su inusual felicidad.

Y en medio de todo, mientras abre la puerta, estornuda.

Una semana para enamorarte. [Soukoku] (Completa)Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz