(Narra Ana, la protagonista de la historia):

Llegamos a casa al fin. Solo estuve dos días en ese hospital, pero puedo asegurar que fue insoportable. Ahora, debo confesar, que desde que llegamos a casa ya ha pasado un año. Ya hace un año desde que me pasó eso con ese niño y todos los golpes de mi cuerpo han desaparecido. No he vuelto a saber nada de Jean, eso me tranquiliza, y a la vez me pone nerviosa, porque me resulta extraño. Bueno, estaba nerviosa, mi madre ha dicho que nos mudaremos a otro país. Nosotros vivimos en Francia, ahora nos mudaremos a Alemania:

-Y mamá... ¿Por qué nos mudamos a Alemania?-pregunté.

-Tú ya sabes que vamos muy justos de dinero y entonces encontré un trabajo en Alemania, es perfecto, viviremos mejor y nos libraremos de tener que estar rodeadas por ese miedo de que esté Jean o su padre...-respondió mi madre.

-Aún no he conocido a mi padre, no encuentro justo que nos vayamos sin haberlo conocido-interrumpió Ízan.

-¡Ai! Ízan, ¿Eres consciente de que quieres conocer a un sin vergüenza?-me quejé.

-¡Sí soy consciente! Pero es mi padre, y no sé... Me dio la vida.

-No te dio la vida, te dio la vida mamá y te cuidó mamá, confórmate con ella.

Mi madre puso las maletas en el centro del salón, llenísimas de ropa:

-¿¡Cómo?! ¿Nos vamos hoy? ¿Desde cuándo llevas preparando las maletas? ¡Ai dios a mí me da algo!-dije chillando.

-¡Si, nos vamos hoy! No te lo he dicho antes para que no pudieras rechistar, pero sí, nos vamos hoy-respondió ella alegremente.

-¡A mí sí que me da algo!-exclamó Ízan.

En esos instantes mi madre solo se dedicó a meter las maletas en un Taxi. Yo estaba que no me creía nada, pero yo sabía que no era un sueño, pues no soy de esas personas irrealistas y sé 100% que estoy en la realidad. Todos subimos al Taxi, y sí, a partir de ahí empezaba algo nuevo para todos. Me puse a pensar en Jean y pensé que fui injusta con él, no le tendría que haber dicho que desapareciera de mi vida. Pero bueno, a veces hacemos cosas que no estamos seguros. Yo creo que esto que he echo a sido lo mejor, al igual que mi madre pensará que lo mejor es irse a Alemania. No sé como irá ahí, pero el Alemán ella es la única que lo domina plenamente. Ízan y yo estamos que como mucho sabemos el Francés y una pizca de Español. Y ahora, mientras pasamos por delante de la Torre Eiffel, me doy cuenta de que he estado diez años viviendo en la ciudad del amor. ¿Ciudad del amor? Qué bonito suena, así mismo suena, porque en el caso de mi madre y yo ha sido la ciudad del desamor. Quiero olvidar todo, y empezar una nueva etapa feliz en Alemania.

You and IWhere stories live. Discover now